Una extraña buena voluntad
Se acabó el diálogo por decisión unilateral de la administración.
Se acabó hace alrededor de una hora la 5ª reunión de “diálogo” entre la administración y los delegados escogidos por la Asamblea General de los Profesores para presentar y discutir un pliego de solicitudes y sigo asombrado por lo que ocurrió. Ya me había sorprendido bastante en la 4ª reunión que el representante del ministerio del trabajo que nos acompañó nos dijera que no podía opinar sobre el régimen jurídico que debe servir de base legal para la contratación de los profesores transitorios y catedráticos y que, además, no teníamos la representatividad jurídica adecuada para que nuestra delegación pudiera negociar un pliego de solicitudes respetuosas tal como lo habíamos planteado conjuntamente con la administración. Sorpresa incrementada por lo paradójico de esta doble aserción del representante del ministerio del trabajo: no podía opinar sobre cuestiones jurídicas pero, a nombre de la ley, nos decía que nuestra delegación no podía ser de concertación de un pliego de solicitudes sino sólo de dialogo alrededor de él
Sin embargo, considerando estas aseveraciones (a mis ojos muy discutibles) del ministerio del trabajo, dijimos conjuntamente con los representantes de la administración presentes que teníamos que seguir dialogando con buena voluntad para encontrar soluciones a la situación de los profesores, hacia los cuales como lo dijo reiteradamente el rector la universidad tiene una deuda por la precariedad generalizada del cuerpo profesoral, precariedad que tiene, entre otras, consecuencias a nivel académico para los estudiantes y la universidad.
Pero hoy el rector nos dijo al principio de nuestra 5ª reunión que quería expresar la posición de la administración que se puede resumir así:
1) Considera que hubo muchos avances que consisten en la publicación: de una denuncia de los ataques públicos anónimos; de los marcos legales o reglamentarios que amparan a los profesores; del régimen de los profesores (que, afirma la administración, es el de la función pública); de una información sobre el pago de los profesores antes de finalizar el mes de enero. Y, aparte de estas publicaciones, destaca el hecho que se llegó al acuerdo verbal de una veeduría conjunta entre administración y profesores para que los nombramientos de los profesores en los consejos de facultad sean hechos según criterios claros, transparentes, democráticos y equitativos.
2) Reconoce que quedan “cosas” (según palabras que usó y que se podrán escuchar en el video que se realizó) por mejorar.
3) Destaca la afirmación del Ministerio del Trabajo según la cual no estamos en una mesa de concertación sino de diálogo.
4) Considera que el punto mayor de discusión es el del régimen de los docentes catedráticos y transitorios.
5) Dice que hay alrededor de 100 profesores que le escribieron porque, según parece, no se reconocen en el trabajo de nuestra delegación.
6) Y concluye diciendo que ésta será nuestra última sesión de reunión, en particular porque tiene que atender a todos, señalando a este grupo de otros profesores que mencionó.
¿Buena voluntad?
Asombrado, ciertamente como todos mis colegas por esta decisión inesperada y abrupta, seguimos sin embargo la reunión explicando que, conforme a todo lo que se había expresado en los anteriores encuentros, queríamos, con buena voluntad buscar soluciones concertadas y reiterando, con argumentos y cifras muy puntuales por qué era necesario buscar soluciones no sólo para mejorar la situación de los profesores sino para el beneficio de la comunidad universitaria. Y, obviamente, invitamos en muchas ocasiones al rector a reconsiderar su posición para seguir dialogando y profundizar en estos temas fundamentales para nosotros y para la universidad.
Pero no sirvió de nada. Y el rector concluyó la reunión diciendo que, sin discutir la legitimidad de nuestra delegación, no podía tampoco negarse a encontrarse con estos otros 100 profesores (como lo dijo) que le habían solicitado (¿espontáneamente?) discutir con la administración independientemente de nuestra delegación.
De tal manera que nos quedamos sin ninguna posibilidad de comprobar los grandes alcances a los cuales hubiese podido llevar la sincera buena voluntad del rector y de la administración a pesar de que la expresaron reiteradamente sin ambigüedad posible.
¿Qué alcances?
Sin querer negar el valor de los documentos que publicó la universidad ni nuestro acuerdo verbal de ejercer una veeduría conjunta del nombramiento de los profesores en los consejos de facultad, quedan efectivamente, como lo dijo el rector, “cosas” sobre las cuales no pudimos avanzar tales como: conocer claramente nuestro modo de contratación, mejorar el ratio profesores temporales (alrededor del 80 %) y de planta (el resto) tanto para los profesores como para las consecuencias académicas de esta situación, mejorar la contratación de los profesores temporales, evitar suspensiones de contratos que hacen muy precaria la situación de los profesores, etc.
Resumiendo francamente nuestros alcances: lo que obtuvimos se acerca a la nada.
¿La legitimidad de nuestra delegación y de la supuesta acción de los “100 profesores”?
Como lo dije al principio, los miembros de nuestra delegación han sido escogidos por la Asamblea General de Profesores. Y sí, desafortunadamente, es cierto que hubiese sido mucho mejor que mucho mas profesores se hubiesen vinculado con esta Asamblea, ¿qué cuerpo de profesores puede ser más legítimo que una asamblea general abierta a todos, en la cual se da la palabra a los asistentes y que vota las decisiones que se toman en conjunto? ¿Por qué los 100 profesores a los cuales se refiere el rector (al suponer la exactitud de este dato) no expresaron su desacuerdo con la delegación que se escogió en la Asamblea General de Profesores? ¿Por qué, si les pareció que no cumplíamos con sus expectativas no buscaron hablar con nosotros e incluso integrar nuestra delegación? ¿Por qué escribir al rector antes de buscar unirse con los demás profesores?
Pero hay más. Entre los 8 profesores que participaron en estas reuniones, ¡están los dos representantes de profesores ante el Consejo Académico y el representante ante el Consejo Superior! ¿Tampoco tendrán legitimad estos profesores para la administración y para el supuesto grupo de 100 profesores? quienes, dijo el rector, quieren llevar una discusión aparte.
Como lo dije al principio, salí asombrado de esta reunión: asombrado por la interrupción del diálogo por parte de la administración y, si el hecho es cierto, por la aparente falta de acción concertada y solidaria de los profesores que mencionó el rector.
Una lección para avanzar
Pero, porque la idea no es quedarse en el asombro sino seguir avanzando, creo que hay una lección que debemos sacar de esto: necesitamos un cuerpo profesoral más unido, una universidad unida entre sus estamentos tal como se está desarrollando entre profesores, estudiantes y trabajadores. Necesitamos que los profesores trabajen en conjunto y no por separado, que se vinculen en una Asamblea General unida, pluralista, abierta para que nuestras buenas voluntades puedan convertirse en alcances reales.
Pereira, 21 de febrero de 2012
Patrick Petit, profesor catedrático de la Universidad Tecnológica de Pereira