Al leer las condiciones que la Mesa Amplia Nacional Estudiantil- MANE- establece para suspender el paro nacional universitario queda la impresión de que estamos cerca de la normalización de actividades académicas en la Universidades Públicas Colombianas; veamos:
De acuerdo a la declaración política de esta organización, las condiciones determinan que:
“A. Se haga efectivo el retiro del proyecto de ley de reforma a la educación superior.
B. El gobierno nacional demuestre una voluntad real, que se exprese bien sea en una declaración pública o en un espacio público de interlocución, para formular de manera conjunta con la comunidad universitaria y de cara a la sociedad, con los tiempos que sean necesarios, una metodología de construcción de una reforma a la educación superior que responda a las reales exigencias de la nación colombiana. Lo anterior con respeto y sin perjuicio de los espacios propios y autónomos que la comunidad universitaria se dé para la construcción de su propuesta.
C. El gobierno se comprometa con las garantías políticas y civiles para desarrollar el derecho a la protesta, la movilización y organización de los estudiantes en todos los espacios del territorio nacional.”
Desde mi modesto leal saber y entender, todas estas condiciones pueden ser atendidas de manera relativamente rápida por el Gobierno Nacional; extraña eso sí, que no se anuncie cuál es la instancia que declarará la conformidad con la satisfacción de las condiciones y consecuentemente definirá que el paro se suspende. Espero que esta indefinición no demore excesivamente el regreso a clases.
Las Universidades poco podemos hacer en el entretanto, a excepción de ir imaginando propuestas de solución académica para presentarle a los estudiantes a su regreso; qué bueno fuera que pudieran irse concertando por anticipado pero naturalmente todo depende de los propios estudiantes.
El caso particular de la UTP se diferencia del resto de las Universidades por la duración del paro, y además por la no homogeneidad del mismo; se completan casi 10 semanas de suspensión y un alto porcentaje de cursos han continuado funcionando. Será necesario un diseño especial de solución, no basta con correr el calendario como podría ser en la mayoría de las otras Universidades y esto lo hace un poco más complejo.
Los profesores deberán concurrir con su mejor esfuerzo sobre todo para dar solución a aquellos estudiantes que hacían parte de los cursos que continuaron funcionando y que deseen retornar.
Hay un gran temor de los estudiantes de perder el espacio conquistado si levantan el paro; entienden que aprobar una nueva ley de Educación Superior a través de un proceso participativo, amplio y profundo como desean, no está a la vuelta de la esquina, requiere tiempo. Por ello los rectores pensábamos que había que aprovechar el escenario del Congreso en caliente, los estudiantes no lo quisieron y ahora tendremos que afrontar la nueva situación de la mejor manera posible.
El almendrón de la reforma está en lo financiero, claro que lo ideológico y lo conceptual son decisivos, pero absolutamente fútiles sino se acompañan de los medios para materializarlos. Aquí todos debemos colaborar.
Como todo en la vida, hay dos caras de una misma moneda; la positiva presenta una gran oportunidad de construir una muy buena ley para la educación Superior en Colombia
Siempre he creído que hay que decir las cosas con franqueza en las Universidades; muchas veces se guarda silencio para no contrariar los discursos oficiales de los movimientos y ello no contribuye a la claridad ni a la precisión de los objetivos. Peor aún sumarle a los movimientos los intereses propios de los gremios, con la ambición de hacerlos envolventes y ganar audiencia, o quizás de manera ventajosa tratar de aprovechar la coyuntura; mi experiencia indica que son practicas fatales; el que mucho abarca poco aprieta, dice el refranero.
Esperemos que la euforia que despierta el haber alcanzado una victoria intermedia o temprana como se dice últimamente, no haga perder los estribos.