La Constitución Colombiana nos otorga derecho, pero también nos impone deberes.

 

Podemos convenir que el espacio ha sido propicio para la reflexión en la Universidad y que, como ciudadanos responsables, estamos en la obligación de hacer veeduría a los procesos que se dan en las instituciones públicas. Eso es legítimo, además de también ser deber cívico de todo ciudadano, el deber cívico no se reduce solamente a votar.

 

El profesor transitorio que me cita establece conmigo un diálogo directo y eso me parece bien. Seguramente también ha estado en las asambleas. Yo siento tener que corregirlo y decirle que infortunadamente no he estado en todas las asambleas, no he cumplido con ese mínimo. Esto no quiere decir que, a cambio de las clases que debo dictar y para las cuales estoy permanentemente preparado, no esté pensando y esperando las decisiones de las instancias decisorias y de las que nos gobiernan. Esto no quiere decir que permanentemente no ejerza mi obligación de criticar (en el buen sentido de la palabra) lo que estas instancias hacen, creo que esto lo hacemos la mayoría, pero con la diferencia que yo me siento tranquilo expresando lo que pienso, y lo hago porque desde arriba hasta abajo, otros también lo hacen.

 

El profesor transitorio, con su lógica, podría llamar comer bien a llenar su estómago hasta indigestarse y luego podría relatarle al médico en una consulta que él come bien, para referirme, acepto que muy burdamente porque hay otros símiles más elegantes, a la cobertura educativa. Algo así, como el Principio de Incertidumbre de Heisenberg puede pensarse con relación a la cobertura educativa bajo las condiciones precarias de financiación de la educación y la contratación de cualquier manera de la planta docente temporal: bajo las condiciones actuales de la UTP y bajo el esquema actual de administración académica, la calidad y la cobertura no son compatibles. Esto no desdice de la calidad de las personas y menos de los profesores. Aquí, lo siento, difiero, me planto y podríamos discutirlo cuando quiera, pero de manera validada y argumentada, no desde nuestros pareceres deseos y simpatías, no desde nuestras "posiciones de poder y de gobernabilidad". Usted profesor se documenta y yo le muestro mis documentos y empezamos.

 

Como ciudadano yo sí espero que haya un liderazgo académico y que en éste no tenga que ver sola y unilateralmente el genio de los docentes. El buen sentido (no el sentido común) sí manda a que las cosas sean bien conducidas. Aún si se tratara de una empresa, en ella se espera la mejor planeación por parte de todos, pero sobretodo de la alta gerencia. Y si aceptáramos que la Universidad fuera una empresa (a lo que muchos burócratas y tecnócratas la quieren reducir), ella tendría que tener la mejor gerencia, los mejores CEOs, y tendría que ajustarse al mantenimiento productivo total, al RCM, a seis sigma. Es que tendría que ser así, seamos francos. Mal hace usted al no querer ver que en dos meses de paro sólo se ha abordado la reforma por el lado financiero y esta tarea la ha hecho bien la Vicerrectoría Administrativa. Ha saltado a la vista que a pesar de tener poco personal, la Vicerrectoría Administrativa ha hecho la tarea. La Vicerrectoría Académica no la ha hecho, y un buen administrador jefe lo mínimo que hace en una empresa es halarle las orejas a quienes no hacen su tarea, para la que están en lo formal, al menos. Es que no han trabajado el tema.

 

No se vaya por las ramas, la Ley 30 no es buena y usted lo apunta en lo referente al secuestro de la academia por parte del Consejo Superior constituido bajo esa ley. Usted tiene la razón y eso está mal y eso lo tenemos que discutir, pero no se discute. Que se llega tarde a esa conclusión, si se ve, yo por lo menos, apenas ahora, y ahí hay mucho mal. Ya esa Ley 30 era deliberadamente peligrosa.

 

Yo puedo estar equivocado, pero ejerzo mi derecho a hablar en una Universidad donde, en general, no se opina. Señor profesor, la indiferencia lo mismo que el elogio fácil al estatus quo no resuelve los problemas. No es así tampoco como se ayuda. A ese salto al vacío que usted ve se puede llegar apuntando también a ultranza un sistema que no convoca ni llama al estudio de la Ley 30. Tampoco sea facilista de pedirme ya una propuesta de ley. Me he leído ya la Ley 30 y he leído la propuesta de reforma y he leído muchas críticas de diferentes grupos, universidades consejos, como usted seguramente lo habrá hecho en estos días. Tengo sintetizadas mis opiniones y estoy preparado para comentarlas donde haya que comentarlas y, de verdad lo digo, las podemos discutir, al menos usted y yo, ya que la UTP en consejos no lo hace.

 

Ante todo, recuerde que usted y yo somos socios de este país que es Colombia y que es una irresponsabilidad cívica lavarnos las manos, guarecernos y argumentar siempre que todos los temas de decisión son para los políticos. No creo que administre usted así su casa, ni su negocio. Somos socios, ciudadanos, con unos principios comunes y formas de administrarnos, consagrados en una constitución y con el celo que tenemos por nuestra casa tenemos que velar por nuestro país y por sus instituciones. No trate de sesgar mis escritos, no los amañe, que lo único que denuncio es que no se ha abordado el tema de la Ley de Educación y que es responsabilidad histórica suya, mía y de todos participar en su construcción. No defiendo la Ley 30, confieso que he sido ciego con ella y que no la conocía. Hoy soy más consciente y más responsable para verlo a usted a la cara señor conciudadano.

 

Finalmente, no entiendo cómo puede usted deducir de lo que he escrito, que alabo o suscribo lo dicho por los consejos académicos de las universidades que se han pronunciado, lo que veo bien es que se "pellizquen" también en lo académico. Como dice el rector de la UTP, pueden equivocarse, pero corren el riesgo de hacer algo, de opinar, porque sí están obligados a opinar. ¿O es que al menos no tienen la obligación de pronunciarse y prepararse sobre las implicaciones de la filosofía de la nueva reforma y esperan que ésta se apruebe para luego reflexionar sobre cómo ponerla a funcionar? Permítame que deje de hacer de profesor y como ciudadano exija que el consejo académico estudie el tema y formule una propuesta, no todo le tiene que llegar picadito, hablo, insisto como ciudadano del común.

 

No puede usted negar que el Consejo Académico no ha cumplido en esta ocasión. No creo que sea usted de los que se auto elogien y auto ensalcen, un buen cristiano no lo hace.

 

No puede usted negar que antes de la firma del TLC de E.U. con Colombia, por parte de cada país se hicieron mesas de discusión y de negociaciones y se tomaron medidas de preventivas y se plantearon escenarios, no puede usted negar que si por su casa va a pasar el Tren del Pacífico, usted no se avispará a tomar medidas y no lo comentará con sus vecinos y con su comuna. Vea, cuando se estaba planeando el Megabus inmediatamente los transportistas (buses y taxistas) vinieron a la Universidad para que les ayudáramos a estudiar la situación y lo hicieron 3 años antes de que se empezaran las obras y el Rector de la universidad me envió a que habláramos con ellos. Es que casos hay muchos de construcción de opinión colectiva y ciudadana y puedo enumerar muchos y no es probablemente este el espacio, a pesar de que usted me impele a que diga qué hago o he hecho yo. Tal vez eso se lo tengo que explicar en mi oficina, si me quiere visitar, es ese el espacio, aparte de la sala de profesores, el taller y mi oficina, donde doy mis explicaciones. Claro que en el galpón también me encuentra, hay allí un buen café.

 

Bien puede dar fe el Rector de una propuesta que le presenté de creación de un Centro de Desarrollo Tecnológico en el Departamento, para apoyar la industria regional y crear servicios de ingeniería, en un Centro de Investigación dentro de la Universidad. Digo esto porque es cierto que hay que ser productivos y propositivos.

 

He visto que tiene interés en saber qué hago aparte de ir a algunas de las asambleas. Pues, vea, actualmente también lleno mi tiempo pensando en qué industria puede tener el país y particularmente la región y cómo podemos desatar el nudo gordiano educación-sector productivo, universalidad de la educación vs. pertinencia de la educación y aquí le adelanto un borrador (borrador este iniciado en estos últimos días y con muchos errores) de algo que estoy configurando y que aparece como "Manufactura Colombia"; las fuentes son variadas, pero me nutro de internet y de muchos documentos oficiales del Departamento de Planeación y las Mesas Sectoriales, información que se me ha permitido generosamente comentar en la oficina de planeación el año pasado. El borrador sigue a continuación, lo puede leer, y agradezco mucho que mi escrito haya merecido su atención y también haya mostrado su desacuerdo.

 

Anexo también otros documentos que estoy procesando y que podré utilizar en mis clases, entiendo que le interesa también en qué trabajo. Téngalo por seguro que no estoy vagando.

 

Lo invito a que discutamos la ley de educación en la Asamblea Triestamentaria de la Universidad porque la responsabilidad no es solo del cuerpo académico y profesoral. Segregarse, sacar excusas, ser apático es fácil. Y recuerde que, como decía Borges: "Sólo perduran en el tiempo aquellas cosas que no fueron del tiempo". No puede un maquillaje en la mejor imagen, ni unas cifras, ni unas estadísticas disfrazar por siempre los hechos y la realidad. Nadie tiene la verdad, ni usted ni yo, pero si hay una objetividad y si hay una conciencia y de ella no podemos huir. También he hecho lo posible por distraerlo un rato.

 

Algunas improvisaciones de miércoles (borrador en preparación).

 

El sector manufacturero colombiano es altamente intensivo en el uso de recursos naturales, específicamente, de los sectores forestal, agrícola y minero, generando productos de bajo valor agregado. Al comparar el valor agregado per cápita de la industria manufacturera colombiana con el de algunos países que recién se han empezado a desarrollar, se observa una apreciable distancia. Entre las razones que explican esto, podría pensarse en la reducción en buena medida a productos basados en recursos naturales de bajo valor agregado, en el bajo nivel de educación de los trabajadores de la industria, en especial de su capacitación tecnológica y operacional, y el bajo nivel tecnológico de la misma industria nacional, como decía Luis Carlos Villegas, nuestra cadena de valor necesita moverse hacia la izquierda y para esto se requiere formación. Los procesos tecnológicos siguen siendo los tradicionales en la metalmecánica, por ejemplo y no hay planeación científica para la reconversión industrial y para la reingeniería del producto.

La UTP vive un creciente proceso de participación en la planeación de las políticas de desarrollo del departamento, que se traduce en la participación de la administración (desafortunadamente no de la academia) en distintos foros y convenios económicos departamentales y nacionales. Estos hechos, llevan a cuestionarnos el papel del sector docente de la Universidad, nuestra actitud frente a las demandas que se nos hacen para participar activamente en el desarrollo de los sectores económicos público y privado, al tiempo que la sociedad civil se pone metas y plazos con el fin de aportar al desarrollo del país. Tal vez la conducta responsable que debemos asumir los docentes, además de comentar una que otra cosa, debe ser participar de los procesos, no simplemente dejar que pasen y verse de manera oportunista favorecidos por unas iniciativas que estando bien intencionadas y políticamente justificadas para posicionar a la Universidad en la región, bien pueden estar siendo mal concebidas y conducidas.

 

La evolución tecnológica en general en un país no depende sólo de la iniciativa, el empuje y los conocimientos de algunos empresarios con una mentalidad moderna, aunque éstos sean indispensables. Esa evolución también depende de la pertinencia y actualidad científica de las propuestas de las universidades, además del conjunto de condiciones económicas, sociales e institucionales, establecidas y maduradas en el tiempo, de la capacidad de situarse y realizar planeación estratégica integrada de todos los actores que de diferentes formas intervienen en los procesos de construcción tecnológica.

 

Diagnóstico de procesos influyentes sobre la manufactura

 

1- La absorción de tecnología extranjera: en el país, en general, la absorción tecnológica ha sido lenta, cuando se cree que algo ya se está dominando el mundo ya lo está declarando obsoleto, cuando nos acercamos a la fundición ya otros afuera están inyectando, cuando nos acercamos a la inyección ya otros están extrayendo lo mismo pero plástico, cuando nos acercamos a éste ya el material ha mutado a MIM, el horizonte se aleja y nosotros vamos tras él. El proceso previo de formación de capital humano, condición para la absorción tecnológica no se considera con suficiencia y corre el peligro de ser reducido a “formación para las artes y los oficios” ni potencializado (se ha contribuido a la formación de personal, pero sin un direccionamiento hacia la apropiación tecnológica, incluso en los programas de posgrado, más programas de especialización y profesionalización) y se ha pensado que con capacitación a nivel de diplomados y reuniones de socialización (cursos sin utilidad estratégica y sin incorporación de los resultados de discusión) se puede contribuir a los procesos de absorción tecnológica.

 

2-  La transformación doméstica de tecnología: desarrollada por empresas y universidades. No se puede desconocer que ha habido un crecimiento importante en el número de proyectos e iniciativas dirigidas hacia la mejora de la capacidad productiva de las empresas, incentivado esto por las iniciativas del gobierno en materia de fomento a la cooperación universidad empresa. Ha aumentado el número de proyectos financiados y el monto global subsidiado por el Gobierno a través del Colciencias y otras instituciones.

 

3- Producción de recursos humanos: en Colombia las capacidades de oferta de servicios de investigación y desarrollo está concentrada en unos pocos institutos de investigación (ICP, ASOCAÑA, CENICAFÉ, etc.) con competencias en algunas de las temáticas puntuales, pero el nivel de innovación es precario. Sin embargo, hoy en día, la mayoría de las instituciones académicas del país ofrecen carreras, postgrados, diplomados o cursos, vinculados con la innovación y el desarrollo y sólo algunos consideran el desarrollo de la ciencia y la tecnología per sé como una opción de desarrollo y de soberanía tecnológica.

 

4- Difusión de tecnología: a fines de la década pasada se concentró en la acción del sector público, destacándose la producción intelectual en las universidades. El desarrollo de las tecnologías en el sector industrial requiere de un sistema de propiedad industrial desarrollado para motivar la inversión y vinculación con el mundo del conocimiento y el uso de las tecnologías más eficientes.

 

El Sistema Regional de Competitividad requiere más que una planeación al margen del conocimiento de la capacidad y los deseos de los ingenieros y tecnólogos con los que se cuenta. Se requiere contar además con: evaluación de las capacidades industriales, evaluación de la formación y cultura actual de los industriales a los que escuchamos y les damos voz para que decidan el futuro de los sectores a los que pertenecen, fomento de la creación y expresión en los niveles inferiores de educación, formación y capacitación de intelectuales con vocación cívica por el progreso del departamento, formación de cultura científica tecnológica, entre otros.

 

El mundo científico-tecnológico (el que aportan nuestras universidades) y el productivo están, en general, muy separados, el nivel de actividad en lo tecnológico y productivo es muy pequeño, y manifiesta un aprovechamiento precario de las potencialidades que brinda la coyuntura económica reciente, como quedó en evidencia luego de la extinción casi total de los centros de desarrollo tecnológicos – CDTs, incluido los del papel y la sericultura en Risaralda. No se puede decir que Colombia esté preparada para la sociedad del conocimiento, lo que se ha visto reflejado en los Informes Mundiales de Competitividad, situándose Colombia globalmente en los últimos lugares en sus variables tecnológicas y productivas (producción industrial, productividad, gasto de investigación y desarrollo, personal de investigación y desarrollo). El gasto en Investigación y Desarrollo está muy por debajo del que realizan los países industrializados y por los países de localización geográfica y dotación de recursos económicos similares a Colombia.

 

La participación del sector privado en la inversión en Investigación y Desarrollo es muy baja, existiendo además una baja disponibilidad de recursos humanos. Colombia tiene muy pocos  investigadores e ingenieros en las empresas ocupados en actividades de Investigación y Desarrollo. Con un plan de competitividad como el presentado por el Departamento del Risaralda, con la composición de la industria nuestra, sólo se puede augurar que la estructura productiva del país no se vinculará a la actual revolución científica tecnológica ni a las nuevas tecnologías emergentes hoy y que serán corrientes en los próximos 10 años (Compárese con las “Thecnoberg Tesis” planteadas por Europa en el 2005). No se podrá tener competitividad si la planeación científica tecnológica brilla por su ausencia y se sigue confiando en el “ingenio paisa, la manipulación mediática de las proyecciones, la malicia indígena y los pareceres no validados”, si se sigue dejando la economía regional a merced de la misma estructura económica tradicional.

 

Más que marchar con los vientos de la política económica mundial y cacarear los slogans de turno (sociedad del conocimiento, por ejemplo), lo que hay que hacer es concebir una verdadera política científica y tecnológica que persiga formar en primera instancia los profesionales que serán capaces de asumir el liderazgo en la generación del conocimiento como base de competitividad, y al nuevo empresario industrial de visión estratégica y humanística, con capacidad de emprendimiento de nuevos proyectos y actividades productivas. Esto debe yacer en la base de una política de educación estatal.

 

En Colombia hay ausencia de consultorías especializadas, existe un subdesarrollo en el mercado de oferta de servicios de ingeniería científicos y tecnológicos. Este espacio o perfil ocupacional está por ofertarse en los programas universitarios. Se requiere del diseño de una política industrial y de una política científica y tecnológica para la realización de ésta y deben planearse desde las universidades, más concretamente por pensamiento de los consejos académicos.

 

Los programas de competitividad del departamento deben propiciar que emerja una industria básica de transporte, maquinaria liviana, herramientas de precisión, electromecánica, productos pequeños con integración de procesos de manufactura de alta generación, ingeniería de software de ingeniería. Tenemos que prepararnos y preparar para que no prospere más el comercio internacional del trueque: café, plátano, naranjas y uchuvas por celulares, Ipods, centros de mecanizado, al tiempo que propicie un mayor grado de autonomía agroalimentaria y tecnológica. De lo contrario, sin política educativa científica y tecnológica soberana, la competitividad seguirá siendo fragmentaria, fundamentada en el mismo pequeño número de empresas pequeñas para el mantenimiento de las cuales es suficiente con las competencias básicas que nuestros programas universitarios, impulsados por el sistema de competencias, ofrecen y a las que los vientos de reforma educativa bajo el slogan anunciado últimamente por el MTIC “más y mejor de lo mismo”, están apuntando. En lo que a la educación se refiere, el slogan dice “más y peor de lo mismo”, porque los recursos nos los tenemos que buscar las universidades, porque se recortarán los programas de las carreras para hacerlos más rendidores, porque ya casi los rectores serán los empresarios (claro que este mico viene desde la misma ley 30, porque la vigilancia tecnológica y la investigación está pronto a entregársele al SENA (véase programa Colombia 2032), porque se podrán intervenir las instituciones que no acrediten viabilidad financiera), y por otras cosas.

 

Esto es un borrador en curso.

 

Carlos Alberto Romero

Profesor Escuela de Tecnología Mecánica

Universidad Tecnológica de Pereira

 

Archivos adjuntos:

 

Las comunicaciones en los automóviles

Heat Transfer Modeling of a Diesel Engine

Prospectiva

 

Vea el comunicado del docente transitorio al cual Carlos Alberto Romero da respuesta.