Ha transcurrido una semana relativamente pacífica en la UTP; descontando algunos pronunciamientos folklóricos, como aquellos que sindican a la Policía de la quema de la Buseta, o a la falta de remunerar el paro, como lo que condiciona el tener que poner en venta un riñón, la tranquilidad ha reinado en todo su esplendor. Lamentable eso sí, que sea al precio de tener una Universidad cerrada por falta de condiciones de seguridad.
Como novedad, el Consejo Académico, máxima autoridad en lo académico, valga la redundancia, sesionó durante dos días seguidos examinando la situación de crisis y el estado del actual semestre académico. Se atendía la invitación que el Consejo Superior le había formulado de trabajar una propuesta de solución, tanto para los cursos que están funcionando como para aquellos que fueron suspendidos a causa del paro; brindando para estos últimos una oportunidad a través de un semestre compacto, e intensivo, a desarrollarse en los primeros días del año entrante y sin comprometer los dos semestres ordinarios.
Con relación a la crisis, se dieron las debidas explicaciones sobre la imposibilidad legal de reactivar las vinculaciones de los docentes transitorios y de cátedra, que habían sido suspendidas si no mediaba una justificación laboral debidamente soportada. Por fortuna, en el caso de los transitorios de medio tiempo y tiempo completo, entre un 70 y un 80% pudieron ser reactivados; y en los catedráticos, quizás un 50% pudo reactivarse. A los contratistas les cuesta trabajo entender por qué los docentes de planta tienen el salario asegurado con solo justificar la disponibilidad y en cambio ellos, solo reciben remuneración contra las horas dictadas. Quedó claro que la Universidad no ha tratado de perjudicar a los docentes; por el contrario, se buscó la forma de protegerlos hasta donde se pudo. Al fin de cuentas, son los directores de los programas y los decanos los que tienen que certificar la labor cumplida. Quedó claro que no podíamos acudir a interpretaciones artificiosas para justificar el pago, pero así mismo que no estábamos cerrados a conocer y explorar nuevas argumentaciones legales, ni que nos incomodaba que los docentes ejercieran su derecho a defenderse por la vía legal. A la fecha de salir esta columna, y contrario a lo que se ha dicho, ya gran parte de los docentes transitorios y de cátedra recibieron su remuneración.
Pasando al otro tema, el Consejo Académico determinó modificar el calendario actual que finalizaba clases el 25 de noviembre, extendiéndolo hasta el 23 de diciembre, a fin de que las asignaturas que están activas pudieran concluir; advirtiendo que sería una fecha límite para tener las calificaciones entregadas, pero que dependiendo de la situación particular, en cuanto al avance de cada curso, se podría terminar antes de este límite. Se fue cuidadoso con el tema de la calidad para determinar la extensión del actual calendario; los Decanos consideraron que el nuevo plazo establecido era suficiente para terminar sin colocar en riesgo la calidad.
Sobre los cursos que están suspendidos a causa del paro, y para completarlos, se aprobó un semestre compacto de 8 semanas calendario, que iniciaría el 16 de enero y finalizaría el 10 de marzo. Es compacto porque no se fragmenta en sub periodos; hay actividad de principio a fin y termina con la nota respectiva. Se trabajará los sábados lo que implica que comparativamente representa casi 10 semanas en términos del calendario ordinario. Hay que recordar que antes del paro se trabajaron casi 5 semanas en el peor de los casos.
En este semestre compacto estarán los mismos estudiantes que estaban en los cursos suspendidos y que voluntariamente deseen continuar.
Sé que los estudiantes que me lean abrigarán enormes dudas en lo relacionado con los reglamentos estantilles en cuanto a notas, cancelaciones y otros asuntos relacionados. El Consejo Académico para atender este aspecto comisionó a la secretaría general de la Universidad para que elabore un a propuesta de reglamento de transición que nos permita hacer este puente sin contratiempos.
Finalmente con referencia a los dos semestres ordinarios del año 2012, se convino trabajarlos en calendarios compactos de 16 semanas cada uno; los cuales caben perfectamente entre marzo y diciembre.
El garantizar los dos semestres despeja el ingreso de los bachilleres que buscan cupo para el primer semestre del próximo año y que fruto de la crisis tienen el ingreso embolatado.
Espero con lo escrito haber contribuido a dar alguna claridad alrededor de lo que puede o no puede pasar hacia el futuro; aunque hay que reconocer, que todo depende de la evolución que tenga el conflicto Universitario Nacional , que dicho sea de paso , dista mucho de haberse resuelto.
Información tomada de: La Tarde