Opinión enviada por Carlos Alberto Romero, profesor Escuela de Tecnología Mecánica, a la comunidad universitaria.
Yo creo que, … a mi me parece que, …
Como persona del común, como veedor, como observador o como chismoso quisiera poner en esta página algunos comentarios que surgen en estos días a propósito de la Asamblea Estudiantil y sus actividades.
Lo más comentado desde arriba y desde abajo, en la radio (cuando se habla del movimiento estudiantil) y en los corredores, por profesores, administrativos, padres de familia, taxistas y muchos estudiantes, es que no se entiende qué es lo que pasa en la Universidad, que no se entiende qué es lo que quieren los estudiantes.
Efectivamente, parece que los estudiantes no han explicado nada, parece que pelean por algo que no se ha aprobado, por el cambio de una ley de educación que parece que no fuera tan mala, puesto que ha permitido que la Universidad se expanda y tenga más cobertura y al tiempo más calidad.
Parece que se trata de un grupo de muchachos como siempre despistados, porque todos sabemos que los jóvenes son despistados (o si no recuerden cómo eran Tomás y Jerónimo, Simón, Andrés Felipe, Samuel, Carlos Galán y las embarradas que estaba haciendo Rodrigo en Defensa). A esos muchachos hay que aconsejarlos, miren lo bien que le ha ido a Madrid, que ya va hasta para el Consejo, es que hay formas de hacer las cosas y hacerlas legal, el mismo Vargas Llosa fue de ultraizquierda y se corrigió y hasta escribe mejor. Sí, su capacidad idiomática mejoró. Y es que a la gente le va bien si es atinada, al mismo Vargas Llosa le dieron la ciudadanía española, él ya no denuesta la conquista española, ni la colonización británica.
La mayoría de los estudiantes están desinformados, despistados, no saben para donde van, es lo que percibo cuando hablo con ellos. Con ellos no me entero de nada. Pero es que los administrativos, los profesores catedráticos, los jubilados, los asesores de las vicerrectorías y las secretarías, los contratistas, los chóferes, los monitores, los fotocopiadores, los vendedores de empanadas, los prestamistas, los contratistas, los asesores de imagen, los publicistas, los periodistas, los profesores virtuales, los estudiantes especiales y nocturnos, los vendedores del tiempo y de minutos, los jíbaros no me dicen nada.
Sólo una escasa minoría de estudiantes está a favor del paro, no es justo que esa minoría paralice toda una comunidad académica, paralice una de las primeras tres empresas del Departamento en presupuesto y en empleados, la empresa más apetecida hoy por los politiqueros, el fortín y escampadero de tanta gente.
En otros tiempos el paro se justificaba, se llegaba al paro cuando ya se habían agotado otras medidas, cuando había consenso nacional, cuando el malestar no solamente era local sino también nacional, era el tiempo de la democracia. Es que a uno lo tienen que informar. No puede ser que los estudiantes no sepan comunicar lo que pretenden, a uno que le expliquen. Tal vez si a uno le dicen que los estudiantes no quieren más vivir la injusticia del país, la reforma agraria que se está haciendo a fuego en el país, la connivencia con la corrupción y la impunidad, el agroingreso seguro, el desplome y desangre del sistema de salud, la lambonería pagada con el gobierno anterior, el desconocimiento de la constitución misma y los derechos consagrados en ella para los niños, los jóvenes y todos los ciudadanos, … si a uno le dicen esto, pues puede que uno se toque y hasta llegue a simpatizar. Porque … podemos llegar hasta a simpatizar.
De todas maneras, es ridículo que en la era de la información y del conocimiento le tengan que explicar a uno esas cosas. Si uno por sí mismo no las está viendo, no habrá catedrático ni rector, ni asesor de vicerrector, ni exjefe de personal, ni secretario jurídico, ni secretario del secretario, ni profesional universitario con conocimiento institucional y aptitudes informáticas, ascendido a funcionario, que me lo haga ver.
La cosa es sencilla, la sociedad colombiana está desmoronada, quienes sostienen los valores están arrinconados unos, exiliados otros; los que no han muerto se han cambiado de bando porque se curaron de sus enfermedades de juventud, hay otros que están rezando. No se puede pedir, hablando científicamente, que los estudiantes sean diferentes al promedio de la sociedad: desinformada, despistada, mal hablada, inculta, apolítica, inconsciente, mal instruida, atemorizada, comprados sus votos por unas horas cátedra o un puesto de libre nombramiento y remoción, a discreción.
¿Qué pasa si uno muestrea la Universidad? Lo mismo que si trata de muestrear o catar un sancocho: meta donde meta el cucharón , el resultado o el sabor será un promedio de todo (claro que le puede salir la presita de pollo o el pelo del cocinero). Como se dice castizamente: “es lo que hay”, “es lo que da la tierra”, “es lo que somos”.
Los profesores transitorios y los de hora cátedra están muy preocupados. No lo estuvieron cuando les bajaron el valor de la hora cátedra de 48000 a 22000, no lo tuvieron, cuando sin reparos llegaron a aceptar cargas docentes de hasta 22 horas semanales, incluso un exjefe de personal (en su tiempo un catedrático no podía tener más de nueve horas de carga) ve hoy claro que deberían agruparse los profesores transitorios. Ese momento llegará solo, estarán pronto todos reunidos y posiblemente no hablen, estarán todos reunidos y silenciados, cuando ya no haya profesores de planta, cuando todo el trabajo, aún el científico lo hagan con calidad y por horas, a destajo. Los profesores de planta están tranquilos, el problema no es de ellos, además no entienden nada de política, así los formo esta universidad “de calidad”, la del recocho.
Por último, también hay inquietudes en los corredores: ¿Por qué se pide formación a los aspirantes a docentes, si los administrativos académicos no se imponen esas metas? ¿Por qué las universidades importantes están administradas por académicos reconocidos por la comunidad científica, doctores todos, y por qué la Universidad Tecnológica se administra como quiere? ¿Entiende la Universidad la AUTONOMÍA como el derecho a acabar con la planta profesoral y ampliar la planta burocrática, el derecho a despilfarrar parte del presupuesto viaticando indiscriminadamente por el país y por el mundo, sin realizar una valoración, sin realizar una métrica contable y académica de los resultados?. Cabe una respuesta válida en nuestro tiempo: es porque quiere y puede, porque tiene el poder y éste se impone a la capacidad y al currículo científico, porque los profesores han llegado a ser sólo mercenarios de la educación.
Carlos Alberto Romero
Profesor Escuela de Tecnología Mecánica
Universidad Tecnológica de Pereira