Cumplir un sueño puede ser también una forma de agradecerle a la vida. Para María Camila González, nueva especialista en Gerencia en Sistemas de Salud de la Universidad Tecnológica de Pereira, este momento representa mucho más que un logro académico: es la materialización de un propósito construido con esfuerzo, fe y amor.

“Este grado es profundamente simbólico» comenta. Significa cumplir una promesa que le hice a la vida, a mi mamá, mi hermano, mi tía y mi primo. Es la prueba de que los sueños se alcanzan cuando se trabaja con propósito, aun cuando la vida te pone a prueba”.

A lo largo de su formación, María Camila aprendió que la gerencia en salud trasciende los números y los sistemas: es liderazgo con empatía, gestión con propósito y servicio con visión humana. “La universidad me enseñó que el conocimiento no tiene sentido si no se comparte con empatía”, afirma.

Hoy, su labor profesional refleja esa convicción. Hace parte de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UTP, donde trabaja en el área de gestión docencia servicio y alianzas estratégicas, y también en el Hospital Santa Mónica, acompañando procesos de recuperación en el Centro de Atención a la Drogadicción en Risaralda. “Ambos espacios me permiten unir lo académico, lo humano y lo espiritual en un mismo propósito: sanar, servir y transformar vidas”, expresa con emoción.

Durante esta etapa, la especialista reconoce que lo que la sostuvo fue el amor, la memoria y una convicción profunda: que estudiar y servir son actos de libertad. “El estudio fue mi herramienta para transformar el dolor en esperanza, y la esperanza en servicio”, dice.

María Camila sueña ahora con seguir creciendo en la academia y con aportar desde la gestión pública al fortalecimiento de la salud mental y la atención humanizada en Colombia. Aspira a llegar al Ministerio de Salud o al Congreso de la República, convencida de que “desde la política pública también se cuida la vida”.

A quienes comienzan su camino universitario les deja un mensaje lleno de sentido: “Que nunca olviden de dónde vienen, pero tampoco dónde quieren llegar. Que cada esfuerzo y cada lágrima valen la pena cuando se camina con propósito. La educación cambia destinos, y el amor por lo que hacemos cambia el mundo”. 

Hoy, María Camila González celebra su grado con gratitud y esperanza, reafirmando que servir desde la salud es, ante todo, un acto de amor colectivo y la forma más humana de dejar huella.