Llega todos los días media hora antes de iniciar su jornada de trabajo. Siempre rodeado de papel, tinta y unas cuántas máquinas que quedan de la desvanecida área de publicaciones de la UTP. Recuerda lo que era hace 34 años cuando publicaciones era tan importante, como cualquier departamento de apoyo en la universidad.

Aunque entiende que el avance tecnológico y el imparable crecimiento de la institución ha hecho de esta área insuficiente para atender la demanda, la nostalgia surge en Carlos Mario Rengifo Pajoy.

Llegó a la Universidad Tecnológica de Pereira un 21 de enero de 1991. Lo hizo para reemplazar por vacaciones a Henry Quintana, ya pensionado, sin saber que aquel ingreso temporal lo convertiría, con el tiempo, en el único rostro del área de Publicaciones, después de haber hecho parte de un equipo que superaba las 10 y 15 personas dedicadas a la producción editorial de la Universidad.

“Después de tantos años, sigo trabajando como si fuera el primer día”, dice Carlos Mario con esa mezcla de gratitud y sentido del deber que lo ha caracterizado desde sus inicios.

Su trayectoria comenzó como contratista, mes a mes, durante tres años y medio. Luego, tras concursar, logró su nombramiento en planta. Desde entonces, su historia ha estado ligada de forma inseparable a la UTP.

Publicaciones era un lugar que en su momento ocupaba casi cuatro veces el área actual, donde había un recurso humano idóneo y equipos óptimos para la demanda de la época. “Allí hacíamos libros, afiches, toda la papelería institucional. Hoy hacemos un porcentaje reducido frente a lo de antes”, relata con nostalgia.

De aquel equipo inicial, solo queda él. El resto se ha jubilado, dos de ellos ya fallecidos. Recuerda con gratitud a su exjefe, José Jaramillo (q. e. p. d.). También estaba ‘Pedrito’ ya fallecido; a Henry Quintana, Alcibiades Mejía, Orlando y una compañera de la que no recuerdo su nombre” añadió.

Hoy, Carlos Mario, con apoyo ocasional de monitores, sostiene una labor que resiste a su cierre. “Hace un tiempo me dijeron que se cerraba publicaciones y pregunté sobre lo que me pondrían a hacer y aplazaron la decisión, porque aún había labor”, comentó con franqueza. Aun así, el área continúa siendo fundamental: allí se imprimen los formatos para los parciales que requieren los docentes para evaluar a los estudiantes, los formatos para los talleres que se realizan en clase, plegables básicos y otros materiales en blanco y negro que sostienen parte del día a día académico. Y, de vez en cuando, también se imprime un libro.

Testigo del crecimiento de la UTP

Carlos Mario, ha sido testigo de la construcción de edificios como Bellas Artes, Bienestar Universitario, el Interdisciplinar o “el 13”,  como se le llama hoy, los tres edificios que conforman el bloque 15, el bloque de aulas en Guadua, la modernización de Medicina, los nuevos edificios de Mecánica e Ingenierías y muchas otras transformaciones.

También ha sido parte activa de la comunidad universitaria más allá del trabajo. Carlos Mario ha representado a la UTP en eventos deportivos, particularmente en la disciplina de la rana, participando en campeonatos de Sintraunicol y Ascun, tanto a nivel regional como nacional. Además, ha sido un activo miembro del sindicato Sintraunicol, con varias participaciones en su junta directiva. “La relación con la Universidad siempre ha sido muy tranquila y respetuosa. Aquí nos escuchan, hay concertación”, afirmó.

Su vida personal

Su vida personal también ha crecido de la mano con la Universidad. Padre de tres hijos, dos de ellos han estudiado o estudian en la UTP. “Mi hija mayor es tecnóloga, ingeniera e hizo una maestría, todo aquí en la Universidad. La otra cursa Ingeniería en Manufactura. Y el menor todavía está en el colegio, pero espero que también llegue acá”, dijo con orgullo.

La UTP es mi primer hogar

Cuando se le pregunta qué ha significado la UTP para él, no duda: “Es mi primer hogar. Aquí paso más tiempo que en ningún otro lugar. La amo y la defiendo. No permito que nadie hable mal de la institución”. A cambio, dice haber entregado su vida, su atención, su sonrisa y su mejor disposición. “Yo creo que me he portado bien”, añadió con humildad.

El futuro

Aunque reconoce que ya ha pensado en la pensión, le preocupa lo que ocurrirá con el área que ha sido su casa. “Cuando me vaya, quién sabe si publicaciones siga. Es muy probable que se acabe”, reflexionó con una mezcla de resignación y apego.

Carlos Mario es parte del alma de esta Universidad. Su memoria es también la memoria de la UTP. Sus palabras, su historia y su presencia hablan del valor de quienes, con trabajo constante y silencioso, construyen universidad todos los días.