Gladys Consuelo Castrillón Zapata llegó a la Universidad Tecnológica de Pereira el 11 de diciembre del año 2000, sin imaginar que allí construiría una trayectoria marcada por el compromiso, el aprendizaje y el afecto. Cuando supo que estaban recibiendo hojas de vida para un cargo administrativo, no dudó en postularse. Fue entrevistada por el rector de la época y, sin mayores ceremonias, asumió su primer rol como asistente del director de la Red de Universidades Públicas del Eje Cafetero.




En ese entonces, la oficina estaba ubicada en la Rectoría. Compartía escritorio con el doctor Germán Toro, y el trabajo se dividía entre una máquina de escribir, un computador y disquets. El contexto exigía resolver con lo disponible, aprender haciendo y adaptarse a las tareas administrativas con determinación.
Permaneció en la Red durante siete años, hasta que en 2007 se abrió una vacante en la Maestría en Literatura. Gracias a la referencia del ingeniero Germán López, entonces vicerrector académico, fue presentada al doctor César Valencia Solanilla, director del posgrado. Aunque estaba finalizando sus estudios en Administración Financiera en la Universidad de Caldas, no dudó en asumir el nuevo reto. Se trasladó a la Facultad de Bellas Artes y Humanidades, donde continúa actualmente, liderando desde lo administrativo un proceso que ya completa casi dos décadas.
Los inicios no fueron sencillos. El programa aún buscaba consolidarse, y junto al doctor Solanilla se propusieron fortalecer su estructura académica, atraer estudiantes y convocar docentes de alta calidad. Solo dos meses después de su llegada, recibió el nombramiento como asistente de tiempo completo, lo que marcó el inicio de una relación laboral y humana que se extendería por diecisiete años.
“Una de mis grandes satisfacciones fue lograr que fuéramos la primera maestría evaluada como de alta calidad en la universidad”, recuerda.
La acreditación se convirtió no solo en un hito institucional, sino también en un reconocimiento a su constancia, liderazgo compartido y dedicación.
Con el tiempo, el programa se fortaleció. Llegaron el doctorado, nuevos estudiantes —a quienes llama con cariño “sumamente queridos”— y profesores invitados nacionales e internacionales. En medio de ese movimiento académico, Gladys ha sido una presencia constante, encargada de acompañar, escuchar, organizar y sostener los procesos.
Su paso por otras dependencias de la universidad también dejó amistades entrañables: en Rectoría con Noelia, en Vicerrectoría Administrativa con Patricia Villa, en Planeación con Liliana, y con Claudia Alicia, hoy jefe de Gestión del Talento Humano.
Como muchos de los funcionarios con más de 15 años de servicio, recuerda con afecto los buses amarillos que recorrían la ciudad y el espíritu familiar de una universidad donde “nos conocíamos todos, nos ayudábamos, compartíamos más”.
Uno de los momentos más significativos en su historia laboral ocurrió en 2018, cuando, gracias a una decisión impulsada por el rector Luis Fernando Gaviria Trujillo, ella y otros compañeros pasaron de estar contratados por medio de administradoras externas a ser reconocidos como trabajadores ocasionales de proyectos.
“Fue un momento muy bonito —afirma— porque ya nos sentíamos más pertenecientes a la Universidad”.
Y no es un decir. En la Universidad Tecnológica de Pereira terminó su carrera, cursó diplomados, participó en grupos deportivos, en la brigada de emergencias y acompañó a sus hijos en su crecimiento. Lleva casi 25 años construyendo una historia que combina conocimiento, vocación y sentido de pertenencia.
Hoy continúa su labor al lado del doctor Rigoberto Gil Montoya, a quien describe como un académico riguroso, investigador reconocido y escritor respetado. Se siente feliz de seguir contribuyendo al fortalecimiento del posgrado, con el mismo compromiso de siempre.
Cada mañana, al llegar al campus, se encomienda a Dios y agradece por su trabajo, por los espacios recorridos y por el tiempo compartido.
“Adoro la universidad, adoro los espacios —dice— porque cada uno ha sido una trascendencia, ha sido nuevo”.
La historia de Gladys Consuelo Castrillón Zapata es, ante todo, una historia de cuidado y compromiso, construida entre archivos, horarios, estudiantes, profesores y sueños académicos. Desde un lugar silencioso y vital, ha sostenido procesos, relaciones y trayectorias con lealtad, afecto y dedicación.
Una vida, como ella misma lo ha dicho, hecha de oficio y afecto.