En las aulas de la Facultad de Bellas Artes y Humanidades de la UTP, donde la palabra y la lectura son una forma de habitar el mundo, Emmanuel Osorio Arteaga encontró un lugar; no sólo para formarse como Licenciado en Filosofía, sino para reafirmar una vocación que le nació del amor por el conocimiento sin utilidad inmediata, por el placer del saber mismo. «Me gusta aprender sin ninguna utilidad, simplemente por el conocimiento mismo», dice Emmanuel, con esa claridad que refleja su compromiso y pasión por lo que estudió.

Emmanuel es un amante del conocimiento, cuando no está entre libros, le gusta montar bicicleta, jugar videojuegos en su computador y compartir con los amigos. Sus días transcurren entre el pensamiento profundo y los pequeños placeres cotidianos, demostrando que la reflexión también se construye desde la sencillez. 

Desde sus primeros días en la Universidad Tecnológica de Pereira, supo que estaba en el lugar correcto. Aunque había sentido interés por la historia y la ciencia, fue la estructura del plan de estudios de la Licenciatura en Filosofía —con asignaturas como griego, filosofía antigua, Platón y Aristóteles— la que lo llevó a tomar la decisión definitiva, “cuando vi la malla curricular y encontré esas materias, me cautivó mucho. Entré al programa por eso… y allí me quedé encantado”, recuerda.

Y ese encanto no fue pasajero. Emmanuel no solo cursó su carrera con excelencia académica al ser estudiante distinguido con un promedio de 4.8, sino que también se integró al grupo de investigación en Filosofía y Educación, liderado por el profesor Juan Manuel López. Allí encontró un espacio vital para desarrollar habilidades de lectura, escritura y pensamiento crítico, que considera fundamentales en su proceso de formación.

“Si no fuera también por esas actividades extracurriculares, uno no termina por fortalecer del todo las habilidades de escritura y lectura”, afirma. Reconoce que su paso por la universidad fue un equilibrio entre el aula y el diálogo con sus compañeros, los ensayos y los encuentros filosóficos que trascienden el horario de clases.

Hoy, al recibir su título, Emmanuel no oculta la emoción. Hay orgullo en sus palabras, pero también gratitud y humildad. Su hermano, también egresado distinguido y ahora profesor de la UTP, es una referencia y un acompañante clave en este camino, “estoy muy contento de llegar a este día y ver que todo lo que he hecho se materializa aquí. Es un logro más… para seguir por más logros… Hoy mi hermano fue el que me entregó el título”, menciona.

La historia de Emmanuel es testimonio de que la excelencia académica puede ir de la mano con la curiosidad y la disciplina. Hoy, al cerrar este ciclo como Licenciado en Filosofía, agradece a la Universidad Tecnológica de Pereira por haberlo acogido y con la mirada puesta en nuevos horizontes, es consciente de que este logro no es un punto final, sino un peldaño más en su camino como pensador, educador y ser humano en constante búsqueda. Porque para él, aprender nunca ha sido una obligación, sino una forma de habitar el mundo.