Para ir a la escuela caminó por la geografía escarpada que proponen las montañas del Eje Cafetero. Sus años de pre y adolescencia le entregaron experiencias como barequero, sacando chispas de oro en minas de Marmato, su pueblo natal. Hijo de papá arriero y mamá docente.

Es Iván Yesid Moreno Ortíz, hoy un docente de la Facultad de Tecnología de la Universidad Tecnológica de Pereira, quién llegó como estudiante hace 30 años al campus académico, después de haber sido alumno del Sena y luego trabajador en importantes empresas de Manizales.

Dice con orgullo que su profesión es de tornero – fresador, porque eso fue lo que aprendió luego de terminar sus estudios del bachillerato en el Instituto Oficial Marmato “Era el mejor colegio, porque era el único que había en mi pueblo”, dice con el humor y la calidez que lo caracteriza.

“El torno y la fresadora me parece que son como las máquinas base de la fabricación de la metalmecánica y la industria y por eso me encantan”, indicó.

Es un gran lector, herencia de su madre, un gran jugador de billar a tres bandas, lo aprendió en los tiempos libres en su pueblo. Un gran conversador, propio del legado de los arrieros, quienes siempre tenían historias para contar. Todo se le entiende como buen profesor que es.  Es decir, de cada lugar y de cada momento tiene algo que lo caracteriza.

Su paso por el SENA

Este es un momento clave en la vida de Iván Yesid, porque allí en el SENA Manizales recibió su primera formación para el trabajo de Operario de Máquinas y Herramientas en la Especialidad Tornero Fresador, él no se imaginaba que lo aprendido allí, lo iba a poner en ventaja en algún momento de su vida. De lo que estaba seguro era que le gustaba ese oficio.

Su primera experiencia laboral también fue a través de esa institución en la etapa electiva, ya era el momento de poner a prueba sus conocimientos y fue en la planta de Bavaria, empresa que lo patrocinó, donde tuvo su primera experiencia en el área de mantenimiento, luego durante unos meses hizo parte del equipo en el TMI “Taller de Mecánica Industrial”, empresa que hacía mantenimiento de turbinas, montajes industriales y trabajo metalmecánico en general. Paso posteriormente al equipo de Manisol, una planta de la multinacional Batta. Allí participaba en la fabricación de los moldes que se requerían para la inyección de las suelas que se fabricaban para el calzado. En esa misma línea, pero con otros materiales pasa más adelante a Manufactura de Aluminio, Madeal S.A, era responsable de las matrices, los moldes para la inyección de rines de lujo, inyección de baja presión, explica.

Su llegada a la UTP

La UTP fue el destino que le deparaba su vida. El encuentro con un excompañero de estudio en el SENA matriculado en la Universidad Tecnológica de Pereira, lo llevó a la reflexión, su perfil ya no le daba para ascender, para crecer, “después de uno estar en las empresas y llevar cierto tiempo, llega como a un techo, a un momento donde uno dice, con la formación que tengo ya no hay más hacia dónde avanzar, los cargos directivos ya son para otro perfil”, ahí se reavivó el sueño de ser ingeniero. Fue con su ex compañero que tuvo el contacto con la Universidad y en 1995 ya estaba matriculado en el programa de Ingeniería Mecánica. “Perdí matemáticas 1 pero fue el motivador para ponerle más disciplina y terminé sin problemas, destacándome especialmente en el campo de los laboratorios” expresó.

Describe de manera especial su época de estudio: “Era una época, que vista desde hoy, parecía como de prehistoria, no había internet, todo eran libros, todo era fotocopias, todo era de memoria, era otro mundo, no había ni celulares, todo eso como para ubicarnos en el contexto, parece un chiste, pero sí”.

En clase fui monitor en el torno y la fresadora, allí era destacado por la experiencia que traía, la misma que lo diferenció 10 días después de haberse graduado en el año 2003, “en ese momento, el profesor Jairo Quintana se pensionó y me recomendó para que lo reemplazara en una materia de la Facultad de Ingeniería Mecánica que se llamaba en ese entonces, Taller de Máquinas y Herramientas, que era el torno y fresadora, lo que había estudiado 12 años atrás en el SENA.

La llegada al salón de clases como profesor

Ser profesor era algo nuevo para Iván Yesid Moreno y más para algunos de sus ex compañeros de clases que aún no se habían graduado, verlo en un rol diferente al de estudiante.

“¿Cuándo llegará el profesor?”, se preguntaban… “Muchachos, ¡empecemos!”, les dije, y las risas no faltaron. La incredulidad era mayor: “Este como sueña…”, se murmuró en algún lado del salón”. Pero para él, el transcurrir de los primeros minutos fue eterno; a la vez, fue un gran medidor de confianza. Y así fue: el dominio del tema rápidamente le otorgó el reconocimiento de sus ex compañeros de clase como profesor.

Cada momento de su vida es un provocador para seguir adelante y crecer. Ya en su rol de profesor, vio la necesidad de hacer la especialización en Docencia Universitaria y la maestría en Sistemas Automático de Producción, un área de la automatización.

“Ser profesor me llena. Creo que encontré aquí mi realización como persona y como profesional. Es una responsabilidad enorme, porque los estudiantes de hoy son los profesionales de mañana, y si reciben una buena orientación, una buena formación, serán buenos profesionales. Ellos son el reflejo de uno”, confirmó.

Amor por la universidad 

Se siente orgulloso de lo que hace, profesor en el programa de Ingeniería de Manufactura en Procesos Automáticos de Producción, director del semillero de investigación en esa misma línea y director de la Tecnología en Fabricación Metal Mecánica que se oferta en diferentes municipios de Risaralda.

Para Iván Yesid, su mundo es la familia -Su madre, seis hermanos, una esposa, una hija y un hijo- y la universidad. “La universidad me ha dado una estabilidad, una tranquilidad, es mi proyecto de vida, me ha dado la oportunidad de dejar de ser operario de máquinas herramientas en una empresa para llegar a ser profesor de la mejor universidad de la región, lo cual es un orgullo”.

Su camino se mantiene y hoy piensa en lo que le puede seguir dando a la UTP, una institución que lo forjó en su mejor etapa de la vida.