Desde 1996, cuando llegó a la Universidad Tecnológica de Pereira para orientar la cátedra de Topografía en Ingeniería Eléctrica, John Jairo Sánchez ha tenido un andar constante, generoso y decidido por la institución. Hoy, casi tres décadas después, es el director del programa de Administración Industrial, cargo que ha asumido en distintas etapas, al que siempre vuelve como quien regresa a lo esencial.



Topógrafo de la Universidad del Quindío, economista, magíster en desarrollo empresarial e investigación de operaciones estadísticas, con dos especializaciones —en finanzas y en gestión para el desarrollo empresarial— y actualmente finalizando su tesis doctoral en Ciencias de la Educación, John Jairo acumula títulos. Pero más allá de eso, su historia es la de alguien que ha transitado los tres tipos de vinculación docente —catedrático, transitorio y de planta— con la misma pasión de quien entiende que enseñar es también una forma de agradecer.
Su vínculo con la UTP comenzó entre teodolitos, distanciómetros, miras topográficas y estaciones totales. Las clases de topografía lo llevaron a recorrer las antiguas canchas Canarias, hoy ocupadas por los bloques de Medicina, Bellas Artes y el Edificio 13. Allí, junto a sus estudiantes, trazaban líneas y planos eléctricos, como si cartografiaran no solo el campus, sino también el futuro.
“Era un aprendizaje práctico, compartido y exigente, que siempre conectó bien con los muchachos”, recuerda.
En 1998, en el programa de Tecnología Industrial, encontró un campo más amplio de acción. Enseñó contabilidad financiera y producción, y combinó enseñanza con formación continua. En 2004, tras ocho años de espera, fue nombrado docente de planta, pero ya desde 2002 había asumido por primera vez la dirección del programa de Administración Industrial, siendo uno de los primeros profesores transitorios en liderar un cargo directivo durante el rectorado de Luis Enrique Arango.
Desde entonces, su vocación por el liderazgo académico ha sido clara. Ha coordinado el programa en varias ocasiones y estuvo durante nueve años al frente de la Escuela de Tecnología Industrial. Desde esos roles ha sabido leer los cambios en la educación:
“Los estudiantes de hoy llegan con otras dificultades. Eso nos obliga a repensar nuestras prácticas docentes, a dejar atrás la rigidez de la educación tradicional y abrirnos a nuevas metodologías”, afirma.
John Jairo se define como un docente feliz, abierto, dispuesto a acompañar más que a imponer. Cree en una educación donde el estudiante consulta, reflexiona, propone. Ha reemplazado esquemas cerrados de evaluación por clases donde el celular, los apuntes y los libros están permitidos, porque lo que importa es el pensamiento crítico. Su pedagogía comprende las circunstancias y busca formar antes que calificar.
Pero si algo lo define es su coherencia. Habla de valores y practica la honestidad. Habla de compromiso y es puntual. Habla de familia y se le ilumina el rostro cuando menciona a su esposa —con quien lleva casi 30 años de matrimonio— y a sus tres hijos profesionales.
“El amor que tengo en casa es mi mejor soporte para hacer bien mi trabajo”, afirma.
Aunque ya podría pensionarse, no quiere hacerlo aún. Asegura que todavía tiene mucho por entregar.
“Nosotros vamos envejeciendo de cuerpo, pero el contacto con los muchachos lo mantiene a uno actualizado”, dice, con la sonrisa serena de quien se siente en el lugar correcto.
John Jairo Sánchez no solo ha sido testigo del crecimiento de la Universidad Tecnológica de Pereira. Ha crecido con ella. Desde cada aula, cada conversación y cada decisión académica, ha ayudado a trazar el contorno humano de esta institución que —como él mismo lo dice— le ha dado razones suficientes para ser feliz.