La ciencia suele parecer lejana o reservada. Sin embargo, en la Facultad de Ingenierías de la Universidad Tecnológica de Pereira, un grupo de estudiantes y docentes demuestra que la investigación está más cerca de lo que se cree. Se trata del Semillero de Investigación en Biofísica, un espacio académico que, más allá de sus sofisticados temas, busca sembrar la curiosidad científica desde las primeras etapas del pregrado.

El semillero, dirigido por el profesor Milton Humberto Medina, docente del Departamento de Física y líder del Grupo de Investigación en Electrofisiología, fue oficialmente creado el 14 de marzo de 2024, con aval del Consejo de Facultad (Acta No. 11) y de la Vicerrectoría de Investigaciones, Innovación y Extensión.

«Muy buenas tardes, el semillero… voy a empezar con el nombre antiguo», dice el profesor Medina con una sonrisa al recordar los inicios. «En principio lo llamamos IMAGRIAN, sigla de ‘Semillero de Investigación de Interacción Magnética y Radiación Infrarroja Aplicada en Materiales’.» Un nombre técnico, pero poco llamativo para atraer nuevos integrantes. Con el tiempo, el grupo adoptó un nombre más directo: Biofísica, reflejando su enfoque en aplicaciones médicas y biomédicas desde una perspectiva interdisciplinaria.

Origen y propósito

El semillero nació de una necesidad latente: retomar e institucionalizar un trabajo investigativo que ya venía gestándose desde años atrás, especialmente en colaboración con otros grupos y estudiantes. Fueron tres estudiantes —Catarina, Jemerson y Manuela— quienes impulsaron su formalización, iniciando oficialmente actividades en 2024.

«La visión del grupo está anclada en la interrelación de las ciencias básicas —física, química y biología— aplicadas a la ingeniería, especialmente en salud y agroindustria», explica Medina. Desde inteligencia artificial hasta termografía, espectrometría y simulación de contaminación electromagnética, el semillero funciona como un crisol de saberes.

Formación desde los primeros semestres

Uno de los pilares del semillero es acercar la ciencia a los estudiantes desde etapas tempranas de su carrera.
«El objetivo no es que todos hagan su trabajo de grado aquí, sino que conozcan la investigación, que exploren diferentes grupos y descubran sus intereses y habilidades», afirma Medina.

Este semestre, entre 10 y 12 estudiantes activos han participado en:

  • Talleres de programación científica en Python
  • Reconocimiento y uso de laboratorios y equipos especializados
  • Postulación a convocatorias internas, como la presentada recientemente para construir un maniquí experimental que simula tejidos mamarios con materiales inorgánicos

Voces estudiantiles: ciencia que transforma

Luis Felipe Toro Orosco, estudiante de cuarto semestre de Ingeniería Física, comparte su experiencia:
«Ha sido muy positivo. Las sesiones fueron prácticas, el horario me funcionaba y la participación en la convocatoria me permitió aprender cómo se construye un proyecto de investigación desde cero.»

Por su parte, Sebastián Prieto Rivero, también de Ingeniería Física, resalta la inmersión interdisciplinaria:
«Aunque he estado poco tiempo, ha sido intenso. Desde Python aplicado a biofísica hasta experimentos con prototipos, todo esto me motivó aún más. Me di cuenta del papel de la simulación y la espectrometría incluso en estudios sobre vida extraterrestre.»

Una puerta abierta al conocimiento

El Semillero de Biofísica no impone barreras de ingreso. «No se necesita más que interés y ganas de aprender», insiste Medina. Es un espacio donde se valora tanto la exploración teórica como el trabajo práctico, donde se cultivan habilidades, vocaciones y asombros.

En un contexto universitario que a veces puede parecer rígido, este semillero representa un modelo inspirador: ciencia abierta, interdisciplinaria, colaborativa y con sentido. Un espacio donde estudiantes y docentes no solo investigan, sino también siembran posibilidades.