Un legado de 38 años entre la docencia, la historia y la formación de pensamiento crítico en la Universidad Tecnológica de Pereira

Aunque nunca renunció a su acento guaraní, su corazón fue conquistado en Pereira por la Universidad Tecnológica, fue su espacio natural y posteriormente su fuente de vida profesional como docente. Fueron 38 años entre salones de clase, pasillos y espacios de encuentro, haciendo lo que más le gusta: poner a pensar y reflexionar a sus interlocutores, a partir de lo que aporta el entorno en la construcción de sociedad y de ciudad.

Para Hugo López Martínez, sus últimas horas como profesor titular del alma mater estuvieron marcadas por las emociones generadas por aquellas expresiones que tomaron forma entre sus compañeros con el transcurrir del tiempo y que se guardaron para ese momento de la despedida. Un instante en el que su corazón palpitó a millón. Algo similar sucedió en su clase de las dos de la tarde, cuando apareció ante sus estudiantes, quienes no dudaron en reconocerle su valor como guía y maestro.

Su historia

Nacido en Paraguay, hijo del futbolista legendario César López Fretes, capitán del Olimpia y de la selección paraguaya en el Mundial de Brasil de 1950, su destino parecía estar escrito pero por fuera del fútbol. En su casa no se hablaba del deporte que llevó a su padre a ser una figura en su país natal y en Colombia, donde jugó en clubes como el Deportivo Pereira. En esta ciudad echó raíces para darle una segunda patria a sus hijos y para impulsarlos, como a Hugo, a construir su futuro en espacios diferentes al fútbol.

Esas condiciones familiares lo llevaron a desarrollar una gran sensibilidad por la literatura y la historia; sin embargo, decidió estudiar comunicación social y periodismo, carrera que no concluyó. Posteriormente emigró a Francia, y allí, entre exiliados americanos, soviéticos y centroeuropeos, conoció a profundidad la literatura latinoamericana. “Es muy curioso, uno aprende más de literatura nuestra por fuera de nuestro país que aquí mismo”, expresa. En territorio europeo, Hugo estudió su pregrado, maestría y doctorado en Historia.

Hugo López en la UTP

Su cercanía con la historia y la literatura lo puso en contacto con círculos de escritores; había ganado un premio en novela, lo que lo hizo visible. El filósofo Julián Serna, entonces director de la Biblioteca Municipal Ramón Correa, y Cecilia Caicedo, docente de la UTP, eran sus amigos más cercanos, y antes de 1987 lo recomendaron como profesor. Llegó primero a la Facultad de Educación, donde orientó las cátedras de Literatura y Cine y Literatura Latinoamericana. En el Departamento de Humanidades, dictó Historia Contemporánea e Historia Latinoamericana.

Su carisma, calidez humana y pensamiento reflexivo y crítico lo convirtieron en una figura destacada en la universidad. Pronto hizo parte de importantes círculos académicos, de investigación y de la sociedad pereirana, participando en diversos proyectos de gran valor institucional. Fue promotor e impulsor de la creación de los programas de Filosofía en la Facultad de Bellas Artes y Humanidades y de Deporte y Recreación en la Facultad de Medicina, hoy Facultad de Ciencias de la Salud.

“…en la universidad nos hacía falta un programa que nos hiciera reflexionar sobre el país, sobre el ser humano en general, porque el contenido de los programas de Humanidades que se daban en las ingenierías eran como para cumplir unos requisitos, pero no había tiempo para profundizar y hablar con los estudiantes realmente sobre el tema, sobre los valores y principios que identifican a la sociedad colombiana, por qué la lucha por el poder, nos preguntamos por los problemas del regionalismo y sobre las grandes instituciones del país”, explicó.

Ya habían pasado 12 años desde su vinculación como docente catedrático y transitorio, y en 1999 participó en un concurso docente abierto en la Facultad de Ciencias Ambientales, el cual ganó. Desde entonces dedicó su vida a esta facultad, donde orientó los cursos de Metodología de la Investigación, Ciencia, Tecnología y Ambiente, y Comunicación para el Desarrollo.

El docente

Hugo se interesaba profundamente por fomentar en sus estudiantes preguntas sobre la cotidianidad y cómo intervenir en ella desde su entorno familiar y social.

En sus palabras: “Yo soy un docente que busca establecer un puente de ida y vuelta entre estudiantes y profesores. Es decir, lo que yo sé se lo transmito al estudiante, pero lo que yo no sé el estudiante también me lo transmite a mí. Cuando llego a clase, yo primero le digo a los estudiantes: yo no sé de todo, sé ciertas cosas. Ustedes tampoco saben todo, ustedes saben ciertas cosas. Entonces, construyamos alrededor de un tema, de una problemática.”

Considera que su paso por la UTP no fue en vano. Allí, además de su vida laboral, encontró una gran familia, compartió conocimientos, vivencias y fue feliz.

“A veces pienso que esta universidad fue mi hogar principal. Yo me levanto y tengo en la cabeza la universidad, desayuno y estoy en la universidad. Aquí estuve la mayor parte del tiempo. A mi casa iba en la noche y era consciente en ella mientras llegaba a la cama unas tres horas diarias; en cambio, aquí más de 10 horas al día llenas de vivencias”, dice en clave de nostalgia. Asegura que es y sigue siendo el profesor que más conoce la universidad.

Su despedida concluyó con un agasajo ofrecido por sus compañeros y una última clase a las dos de la tarde, un día que considera el más sentido de su vida. Su caminar hoy no es el mismo, porque a partir de esa jornada comienza una nueva etapa, que seguramente transitará con la inteligencia y sabiduría que le dieron sus 38 años en la UTP.