Con más de cuatro décadas dedicadas a la música y a la Universidad Tecnológica de Pereira, el profesor Héctor Rey Romero ha sido testigo y protagonista de la transformación institucional desde los tiempos del antiguo Instituto de Bellas Artes hasta la consolidación de la actual Facultad de Bellas Artes y Humanidades. Para él, la Universidad no ha sido solo su lugar de trabajo: ha sido su proyecto de vida.

«La universidad ha sido mi proyecto de vida», afirma con la serenidad de quien no necesita exagerar para que se comprenda lo esencial. En su trayectoria, no solo ha enseñado teoría musical, historia de la música o interpretación instrumental, sino que ha formado personas, ha sembrado valores y ha acompañado el proceso educativo de múltiples generaciones de músicos y docentes.

Aunque su labor podría medirse en logros académicos y egresados que hoy se desempeñan como compositores, intérpretes, gestores culturales y educadores en Colombia y en el exterior, el profesor Romero destaca que “el mejor evaluador de un docente son sus estudiantes”. Es en ellos donde se reconoce su verdadera huella, no solo en términos de conocimiento, sino en la transmisión de la ética, la dedicación y una forma de estar en el mundo a través de la música.

Consciente del valor del ejemplo como herramienta pedagógica, ha hecho de la constancia, la actualización permanente y el diálogo con sus estudiantes una práctica cotidiana. “Uno también aprende mucho de ellos”, señala, reconociendo el valor del intercambio humano en el proceso formativo.

Su vínculo con la UTP es personal y familiar: su hijo también cursó allí sus estudios universitarios, hoy es profesional en medicina. Respecto a un posible retiro, Héctor Rey responde con honestidad: aún no lo ha considerado seriamente, porque continúa disfrutando su labor y sintiendo que su tarea aún no ha concluido. Su compromiso con la Universidad ha sido constante, profundo y sin condiciones.

Fue parte activa de la historia de la Facultad, incluso en momentos de dificultad, como cuando, tras un sismo en la segunda mitad de los años noventa, las instalaciones de la sede del Parque Olaya Herrera colapsaron, obligando a la comunidad académica a continuar sus actividades en espacios improvisados, como una vivienda en el barrio Álamos. A pesar de las adversidades, el proyecto educativo siguió adelante, con el respaldo de docentes como él.

Participó en la creación y puesta en marcha de la Licenciatura en Música, así como en el programa Colombia Creativa, que permitió a muchos artistas empíricos obtener su título profesional. “Eso fue un aporte grandioso al medio”, recuerda con orgullo.

No tiene un instrumento favorito: a todos les ha encontrado valor expresivo y formativo. Para él, lo fundamental ha sido la formación integral del estudiante, más allá de lo técnico. Que cada músico en formación valore tanto el saber hacer como el ser.

Su visión de la música trasciende el aula. Considera que el arte tiene una función transformadora: crea comunidad, construye sensibilidad y genera diálogo. Su tarea como maestro ha sido formar no solo intérpretes, sino ciudadanos conscientes, capaces de pensar el mundo desde la música. En tiempos de fragmentación y prisa, su apuesta por lo humano en la educación representa una forma de resiliencia pedagógica.

A lo largo de su carrera, ha presenciado los cambios estructurales, curriculares e institucionales de la universidad, pero también ha sido testigo de la permanencia de su espíritu fundacional: el que permite que quienes llegan con un talento lo conviertan en profesión, y que quienes enseñan, encuentren en la UTP un lugar donde dejar parte de sí mismos.

Así ha sido la historia de Héctor Rey Romero: una vida afinada con la Universidad Tecnológica de Pereira, una vocación que suena a compromiso, afecto y tiempo bien vivido.