Convertir desechos orgánicos en abono y conciencia ambiental es posible, y en Pereira ya es una realidad que crece entre aulas, jardines y comunidades.
En medio de los desafíos ambientales que enfrenta el planeta, hay respuestas que no necesitan grandes máquinas ni presupuestos millonarios. A veces, basta con volver la mirada a la tierra, a los residuos que generamos a diario y a las manos dispuestas a transformar. Así ocurre con las pacas digestoras realizadas con el Centro de Gestión Ambiental (CGA), una alternativa ecológica que ha encontrado tierra fértil en la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), donde la sostenibilidad se vive, se aprende y se comparte.






Las pacas digestoras consisten en estructuras sencillas que reúnen residuos orgánicos y materiales secos —como hojas, cartón o aserrín— dentro de un marco de madera o guadua. Al compactarlos cuidadosamente, se inicia un proceso natural de descomposición que, sin necesidad de remover ni agregar lombrices, convierte en aproximadamente seis meses lo que antes era basura, en un abono rico en nutrientes. Ideal para huertas, jardines o proyectos agroecológicos.
Pero su valor va más allá del producto final. Estas pacas representan una forma práctica de reaprender sobre los ciclos de la naturaleza, de reducir la cantidad de desechos que terminan en los rellenos sanitarios y, sobre todo, de fomentar hábitos colectivos en torno al cuidado del entorno. Es una herramienta educativa tan sencilla como poderosa.
En la UTP, estas estructuras se han integrado al paisaje del campus, recolectando restos de alimentos, poda y materiales biodegradables. Sin embargo, lo más valioso no es solo lo que se produce, sino lo que se enseña. Estudiantes de servicio social, personal administrativo, vecinos y visitantes participan activamente en su construcción, mantenimiento y multiplicación.
Esta iniciativa no solo busca un impacto ecológico, sino también cultural. Cada taller, recorrido o jornada de voluntariado se convierte en un espacio para repensar la relación con lo que desechamos, para entender que cada acción cotidiana tiene consecuencias, y que ser parte de la solución no requiere ser experto, sino estar dispuesto a participar.
Quienes deseen conocer esta experiencia de cerca o replicarla en sus propios entornos, pueden sumarse a las actividades que se programan periódicamente desde el campus. Talleres prácticos, visitas guiadas y jornadas comunitarias están abiertas al público y se anuncian en los canales institucionales.
Las pacas digestoras son solo una muestra de cómo pequeñas decisiones pueden dar grandes frutos. En un mundo saturado de desechos orgánicos, esta alternativa nos recuerda que el suelo fértil también se cultiva con conciencia, constancia y comunidad.