La historia de Javier Darío Cárdenas, trabajador de vigilancia de la Universidad Tecnológica de Pereira, es un testimonio de compromiso, gratitud y transformación. Ingresó a la institución con 24 años, en busca de estabilidad para él y su hijo recién nacido, convirtiéndose desde entonces en parte esencial de la vida universitaria.

Cárdenas llegó a la UTP como parte del equipo de seguridad, desempeñando largas jornadas que no sentía como pesadas, pues encontraba satisfacción en su labor. Equipado con un dispositivo de control de rondas, recorría diferentes puntos del campus, cumpliendo con rigurosidad los protocolos de vigilancia. “Siempre me ha movido la responsabilidad, el respeto y el gusto por hacer las cosas bien”, afirma.

Un recorrido de vida junto a la Universidad

El 15 de noviembre de 1989 firmó su primer contrato con la Universidad, y un mes después fue nombrado como personal de planta. Recuerda con claridad que su nombramiento coincidió con la inauguración del parqueadero de la Facultad de Ingeniería Industrial, espacio que tuvo el privilegio de cuidar desde su apertura.

Desde entonces, su vida y la de su familia han estado estrechamente ligadas a la UTP. Tanto su hijo como su hija cursaron estudios en la institución, en la Escuela de Química y la Facultad de Ciencias de la Educación, respectivamente. “Esta universidad se convirtió en mi vida, porque aquí he construido el patrimonio que tengo”, reconoce con orgullo.

Gracias a su trabajo estable, Javier logró alcanzar metas personales importantes: brindar educación superior a sus hijos, adquirir la casa que soñaba y tener su propio medio de transporte. “Nunca pensé que llegaría a tener carro”, comenta.

Un líder con vocación de servicio

Además de su labor en vigilancia, Cárdenas ha desarrollado una trayectoria en la vida sindical. Pocos meses después de ser nombrado de planta, se vinculó a Sintraunicol, el sindicato de trabajadores de la UTP, en el que ha ocupado diversos cargos. Su liderazgo se ha caracterizado por el respeto y el diálogo institucional. “Las posiciones en un sindicato son para trabajar por los derechos, no para pelear. Se puede confrontar con respeto, reconociendo que tanto la entidad como los trabajadores tienen derechos y deberes”, expresa.

Durante su representación sindical, ha mantenido relaciones cordiales con los equipos directivos de la Universidad, enfocándose siempre en la construcción conjunta y el respeto mutuo.

Momentos de felicidad y gratitud

Entre los momentos que recuerda con mayor emoción, menciona tres: su nombramiento como trabajador de planta, la aprobación del crédito del Fondo Nacional del Ahorro que le permitió adquirir su vivienda, y el día en que entregó personalmente el título de licenciada a su hija. “Verla profesional, ver cómo conquista un sueño, fue de los momentos más felices de mi vida”, relata.

Residente del barrio San Luis, Javier considera el campus universitario como su segundo hogar. Su profundo sentido de pertenencia lo motiva a dar siempre lo mejor. “Yo les digo a los compañeros nuevos que no se trata solo de cumplir un horario, sino de responderle a la Universidad con amor y compromiso”, señala.

Con la jubilación cada vez más cerca, no descarta seguir vinculado hasta cuando la ley lo permita. “No sé si tome ese derecho de inmediato. Posiblemente me quede el tiempo que sea posible”, concluye con una sonrisa Javier Darío Cárdenas, un trabajador ejemplar que ha encontrado en la UTP no solo un empleo, sino un proyecto de vida.