Con más de tres décadas dedicadas a la labor de servicios generales en la Universidad Tecnológica de Pereira, María Zuleima Marín Valencia representa el espíritu de compromiso, entrega y sentido de pertenencia que caracteriza a quienes han construido, desde distintas áreas, el crecimiento institucional de la UTP.

Tenía poco más de 20 años cuando ingresó a la Universidad, en una época en la que, según sus propias palabras, “no tenía nada”: sin vivienda, con hijos pequeños a su cargo y sin estabilidad económica. Desde entonces, han transcurrido 34 años de servicio ininterrumpido, marcados por el esfuerzo, la gratitud y el orgullo por pertenecer a una institución que, como ella lo expresa con sencillez y firmeza, “le ha dado todo”.

Una historia de vida forjada en el Campus

A lo largo de su trayectoria, María Zuleima —“Zuleima”, como le dicen con afecto sus compañeros— ha construido su proyecto de vida desde la Universidad. En ella encontró no solo un empleo digno, sino también la posibilidad de asegurar el bienestar de su familia.

Mi casa linda, hermosa, que la adoro, y la crianza de mis hijos son producto de lo que me ha permitido esta universidad. Nunca se acostaron sin comer, ni salieron con ropa remendada o zapatos rotos”, recuerda con emoción.

La UTP le ha brindado estabilidad y confianza, así como vínculos profundos con compañeras que se convirtieron en parte fundamental de su entorno afectivo. La salida de algunas de ellas, ya en condición de pensionadas, representa para ella los momentos más difíciles vividos en su paso por la institución.

Se convirtieron en mi familia, y ese desprendimiento no es fácil. Hoy quedamos muy pocas de esa época. Creo que soy la más antigua en el área de servicios generales”, afirma con una mezcla de nostalgia y orgullo.

Testigo del crecimiento institucional

Zuleima ha sido testigo del proceso de transformación de la Universidad, desde sus primeras construcciones hasta su consolidación como un campus moderno, verde y sostenible.

Me encanta ver cómo ha evolucionado el campus. Los edificios nuevos, la cantidad de estudiantes, pero también cómo se conserva el verde. Eso me llena de orgullo”, expresa mientras realiza sus labores diarias.

Comprometida con su labor, la funcionaria describe con detalle su rutina: barrer, trapear, limpiar baños y cocinas, mantener en orden los espacios asignados, preparar café y atender con amabilidad a quienes transitan por su entorno.

Lo hago con gusto, cada día con más calidad. Me gusta que las cosas estén bien hechas y que las personas se sientan bien atendidas”, comenta con una sonrisa.

Memorias de una época fundacional

Uno de sus primeros encargos la llevó al edificio de Medicina, cuando aún estaba en obra negra. Allí trabajaba entre salas improvisadas, cables en el piso y equipos incipientes.

Don Gonzalo, que era mi jefe, me mandó para allá. Los profesores me decían: ‘Cuidadito con ese trapeador, que se electrocuta con esos cables’. Claro que yo tenía cuidado. Era una época distinta, pero muy bonita”, recuerda con cariño.

Compromiso que no se detiene

Hoy, María Zuleima evita pensar en su jubilación. Asegura que mientras tenga salud, energía y ánimo, continuará cumpliendo con su labor en la Universidad, esa que considera su segundo hogar.

Aquí estaré mientras Dios me tenga con vida y salud. De aquí no me están echando. Yo aquí me quedo hasta que tenga fuerzas para seguir trabajando”, afirma con la convicción de quien ha hecho de su trabajo un proyecto de vida.

Reconocimiento institucional

Desde la Universidad Tecnológica de Pereira, se exalta la dedicación de María Zuleima Marín Valencia como un ejemplo de compromiso y vocación de servicio, reconociendo el valor de quienes, desde distintas áreas, aportan con su labor diaria a la construcción de una universidad pública de calidad, humana y cercana a su comunidad.