En los pasillos de la Facultad de Ingenierías de la Universidad Tecnológica de Pereira, se entretejen historias de vida que, aunque muchas veces invisibles, son esenciales para el funcionamiento cotidiano de la institución. Entre ellas destacan las de Gloria Liliana Rivera y Maritza Patiño, mujeres que, desde su rol en los servicios generales, no solo cuidan del orden y la limpieza de los espacios, sino que también contribuyen a construir un ambiente digno, propicio para la formación de los futuros ingenieros.

Su labor, constante y silenciosa, se refleja en cada salón impecable, en cada laboratorio organizado, en cada espacio que permite el desarrollo académico. Pero detrás del uniforme y la rutina diaria, hay también un recorrido humano lleno de esfuerzo, compromiso y sentido de pertenencia.

Más que limpieza: compromiso y presencia cotidiana

El día de doña Gloria y doña Maritza comienza antes del amanecer. A las 5:00 a. m., ya están en pie, listas para iniciar una jornada que requiere no solo esfuerzo físico, sino también paciencia, atención al detalle y disposición constante. Son, en muchas ocasiones, las primeras en llegar y las últimas en irse.

Su rutina abarca mucho más que la limpieza. Atender incidentes imprevistos, reorganizar salones, verificar el funcionamiento de equipos, o simplemente preparar el café, forman parte de un quehacer que sostienen con diligencia. “Me corresponde todo lo de las oficinas administrativas del tercer al sexto piso, porque como somos dos, Maritza realiza todo lo del primer al tercer piso. Hacemos no solo lo de las oficinas, sino también los laboratorios, salones, pasillos, baños y preparar el café”, detalla doña Gloria con naturalidad, mostrando la magnitud de su responsabilidad.

Ambas trabajadoras han permanecido varios años en la universidad y han construido una relación sólida con el entorno. Para ellas, la Facultad de Ingenierías no es solo un lugar de trabajo, sino un espacio donde han tejido vínculos y cultivado sentido de pertenencia, encontrando en su labor diaria una forma de contribuir activamente a la misión educativa de la institución.

Voces que también educan

En medio del ritmo acelerado del campus, la labor de estas mujeres suele pasar desapercibida, pese a ser fundamental para garantizar condiciones dignas de estudio y trabajo. No obstante, sus historias son testimonio vivo del compromiso y la dignidad del trabajo bien hecho, elementos que también educan y transmiten valores a la comunidad universitaria.

La presencia de doña Gloria y doña Maritza en los espacios académicos recuerda que la universidad se construye colectivamente, y que detrás de cada logro académico y cada avance científico, existen personas que, desde distintos frentes, hacen posible el desarrollo institucional.

Reconocimiento y gratitud

La Universidad Tecnológica de Pereira, al visibilizar estas historias, reconoce en el trabajo de servicios generales una labor esencial para el buen funcionamiento de sus procesos académicos y administrativos. La dedicación de estas mujeres es un reflejo de los valores que la institución promueve: compromiso, solidaridad, trabajo en equipo y vocación de servicio.

En cada jornada, ellas sostienen con esfuerzo silencioso una parte crucial del ecosistema universitario. Su ejemplo, aunque discreto, inspira respeto y gratitud en quienes comprenden el verdadero valor del trabajo humano.