Desde niña, Ángela María Arenas Agudelo sintió una conexión profunda con la tierra. Creció en un entorno rural, rodeada de cultivos y ganado, observando con admiración cómo sus abuelas cultivaban la tierra con esmero y convertían simples semillas en vida. Aquellas experiencias marcaron su infancia y sembraron en ella una pasión que, con los años, se transformaría en una vocación: la producción agropecuaria.

Hoy, como estudiante de Tecnología en Producción Agrícola de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), Ángela María reafirma cada día su amor por el campo y su compromiso con la agricultura sostenible.

Un camino de retos y determinación

Sin embargo, su historia no es solo la de una joven apasionada por el agro. Ángela María es madre de un niño de siete años, quien se ha convertido en su mayor inspiración y motor para salir adelante. Conciliar la maternidad, el estudio y el trabajo ha sido un desafío enorme, especialmente en los primeros semestres, cuando intentaba equilibrarlo todo al mismo tiempo.

«Lo más difícil ha sido estudiar y trabajar a la vez. Pero cuando vi que la universidad ofrecía este programa, supe que era mi oportunidad. No lo dudé y me inscribí«, cuenta con emoción.

Hoy, gracias al apoyo incondicional de su madre, ha logrado dedicarse de lleno a su formación académica, convencida de que cada esfuerzo vale la pena.

Un aprendizaje que va más allá del aula

Cada jornada en la UTP representa una nueva oportunidad de aprendizaje. Desde el conocimiento técnico sobre cultivos hasta las prácticas en la granja universitaria, todo se convierte en una experiencia enriquecedora que fortalece su amor por la producción agrícola.

«Es indescriptible la emoción de sembrar y luego cosechar con mis propias manos. Ver cómo la vida se abre camino desde una semilla es algo mágico«, expresa con una sonrisa de satisfacción.

En la universidad ha encontrado un espacio donde no solo adquiere conocimientos técnicos, sino que también comprende la importancia de la producción de alimentos y su impacto en la sociedad. El acompañamiento de docentes y compañeros ha sido fundamental en su proceso de crecimiento, convirtiendo la UTP en un segundo hogar.

Un futuro arraigado a la tierra

Los sueños de Ángela María van más allá del aula y la granja universitaria. Su meta es tener su propia finca, un espacio donde pueda aplicar todo lo aprendido y garantizar un futuro sostenible para su hijo.

Sabe que el camino no es fácil, pero su determinación es más fuerte que cualquier obstáculo. Con esfuerzo, paciencia y amor por la tierra, está convencida de que cada paso la acerca a su sueño.

Porque, al igual que una semilla, los sueños también necesitan ser cultivados. Y con el cuidado adecuado, pueden crecer hasta convertirse en algo extraordinario. 🌱🌿