La Licenciatura en Etnoeducación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Tecnológica de Pereira se destacó por su enfoque humanista, que no solo formó educadores técnicamente capacitados, sino también ciudadanos conscientes de la diversidad cultural, social y étnica que caracteriza a Colombia. Así lo relató Maicol Mauricio Ruiz Morales, coordinador de prácticas de la carrera, quien destacó la relevancia de estas experiencias formativas para los futuros licenciados.
En el marco de la socialización de prácticas, que abarcaban desde el quinto hasta el octavo semestre, Pérez subrayó la importancia de este componente como esencial para la formación pedagógica. Los estudiantes no solo trabajaron en las aulas, sino que también se involucraron en contextos comunitarios, lo que les permitió enfrentarse a la realidad educativa de Colombia y poner en práctica los conocimientos adquiridos. Escenarios como Caimalito, Cuba, el Ormasa y la institución educativa Salamanca fueron claves en esta experiencia vivencial, ofreciendo una visión real del ejercicio docente en diversas realidades del país.
El programa buscó superar las limitaciones de la educación tradicional al permitir que los estudiantes estuvieran en contacto temprano con los entornos escolares y comunitarios. La formación en diversidad, memoria histórica, relación con el territorio y construcción de la democracia se convirtió en el eje central de las prácticas. A través de estas experiencias, los estudiantes tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre su rol como educadores en una sociedad diversa, proporcionando herramientas para convertirse en agentes de cambio.
Por otro lado, Jenny Virginia Palomino Molina, estudiante de octavo semestre, compartió su experiencia durante la socialización de las prácticas. En su intervención, destacó que los estudiantes diseñaron estrategias pedagógicas que abordaban problemas como la violencia, el conflicto y la memoria, temas profundamente relevantes para la realidad social de Colombia. Estas iniciativas no solo fomentaron la inclusión social y la diversidad cultural en las aulas, sino que también permitieron a los futuros docentes involucrarse de manera directa con su comunidad, comprendiendo mejor los retos del entorno.
Uno de los proyectos más representativos fue el “Baúl de la Paz”, una herramienta pedagógica que permitió a los estudiantes crear actividades que promovieran la reflexión sobre la paz. A través de la creatividad, los estudiantes elaboraron herramientas como el “bombillo de la paz” y el “escudo de la paz”, las cuales se
convirtieron en símbolos de su compromiso con la transformación social. Jenny destacó que estos proyectos no solo enriquecieron su práctica educativa, sino que también facilitaron el intercambio de ideas con otros estudiantes y docentes, creando un espacio de aprendizaje mutuo.
El enfoque humanista de la Licenciatura en Etnoeducación dejó una huella profunda en los estudiantes, quienes vivieron una formación integral que iba más allá de la teoría, buscando siempre la conexión entre el saber y la práctica en contextos reales. La experiencia fue un proceso continuo de reflexión y transformación, que permitió a los estudiantes comprender y valorar su rol en una educación inclusiva y democrática.
Finalmente, la invitación era clara: que tanto estudiantes como docentes se apropien de estos espacios de socialización de prácticas, que ofrecían una valiosa oportunidad de compartir experiencias y fortalecer la formación educativa en el país. Esta interacción enriqueció la práctica docente, permitiendo construir una educación más humanizada, respetuosa de la diversidad y comprometida con los desafíos del contexto colombiano.