La Universidad Tecnológica de Pereira, a través de su Programa de Extensión Social y Rural, desarrolla una labor de profundo impacto en el corregimiento de Altagracia
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Este esfuerzo, liderado por la docente Claudia Hurtado Loaiza, de la Facultad de Ciencias de la Educación, busca conectar la academia con la ruralidad, llevando hasta esta región recursos, actividades y conocimientos orientados a mejorar la educación y prácticas agroecológicas.
Desde hace dos años, el equipo de investigación y estudiantes de la Licenciatura en Etnoeducación han aprovechado los recursos de extensión que ofrece la Vicerrectoría de Investigaciones, Innovación y Extensión, una alianza que ha permitido acercar los programas académicos de la UTP a realidades locales con resultados transformadores.
El proyecto inició con estudiantes interesados en entender el papel de la educación en entornos rurales y se ha fortalecido gracias al trabajo en conjunto con el semillero de investigación Familia, Educación y Comunidad de la Facultad de Ciencias de la Educación, el grupo Gestión Ambiental Territorial de la Facultad de Ciencias Ambientales y estudiantes de la Tecnología en Producción Hortícola de la Facultad de Ciencias Agrarias. “Hemos explorado la interacción entre el conocimiento local y los procesos educativos, promoviendo la agroecología y los saberes propios”, comenta Hurtado Loaiza. Además, el apoyo de la Universidad ha facilitado los desplazamientos, materiales y otros recursos necesarios para llevar a cabo esta misión. Así, han logrado trabajar en las siete sedes de la Institución Educativa Gonzalo Mejía Echeverri, donde se imparten enseñanzas en agroecología, en el marco de la revitalización del proyecto educativo institucional con modalidad agropecuaria
Entre los resultados más notables, el equipo ha promovido la conformación de un grupo de agrorreporteros estudiantiles, que ha desencadenado en el establecimiento de la Escuela Audiovisual Agroecológica, han realizado diversas mingas comunitarias, se ha conformado la casa de semillas escolares, se ha acompañado la reestructuración de las mallas curriculares y se ha reflexionado sobre el papel de la educación rural en el territorio, lo que ha llevado a una revalorización de las prácticas agrícolas y educativas locales. Además, se han fortalecido y/o establecido alianzas con actores locales como la Asociación Comunitaria Territorios de Paz, el Territorio Escuela aprendiendo haciendo “La Piloncha” y la Asociación ambiental Chinampa, los cuales contribuyen al desarrollo de actividades y proyectos que articulan la educación ambiental y la agricultura. Eventos como el Festival del Maíz y jornadas de siembra, talleres y días de campo han movilizado una resignificación del Proyecto Educativo Institucional Técnico Agropecuario en Altagracia, promoviendo un enfoque de “aulas vivas” que integran y llevan a una educación ambiental transformadora con la práctica en el campo.
Gracias al fondo de Extensión Social y Rural de la UTP, docentes y estudiantes han podido contribuir significativamente a la vida de 660 estudiantes en esta zona, desarrollando proyectos que acercan a la academia con las necesidades locales y revitalizan el valor de la educación rural.
Claudia Hurtado Loaiza invita a los docentes de todas las facultades de la UTP a sumarse a esta oportunidad de participar en la transformación de las comunidades, uniendo el conocimiento académico con el entorno rural en el que está inmersa gran parte de la población de Risaralda.