Bernardo Arango Mercado se despide de la Universidad Tecnológica de Pereira tras más de dos décadas de dedicación y entrega a la docencia, dejando un legado que va más allá de las aulas. Con una trayectoria marcada por su amor por la lectura y la enseñanza, Bernardo recibió un merecido reconocimiento en su último día como docente, cerrando un ciclo que inició casi por casualidad, pero que terminó siendo el eje de su vida profesional. 

Natalia Londoño
Natalia Londoño

Llegó a la UTP en 1998, gracias a una invitación del profesor Carlos Danilo Zapata, quien lo acercó a la Facultad de Ciencias del Deporte y la Recreación. En sus primeros años, Bernardo impartió asignaturas como Filosofía, Sociología y Participación Comunitaria, pero su pasión por la lectura y la escritura lo llevó a crear un espacio único: el semillero “Artesanos de la Pluma”. Este semillero, que funcionaba los sábados desde las seis de la mañana, fue un refugio para estudiantes y profesores de diversas facultades, interesados en desarrollar sus habilidades lectoras y escriturales. Durante siete años consecutivos, este semillero fue un espacio de crecimiento intelectual y emocional para quienes lo integraron, y para Bernardo, fue la experiencia más significativa de su vida laboral. 

A lo largo de su carrera en la UTP, Bernardo no solo impartió clases en Ciencias del Deporte, sino que también fue docente en la Licenciatura en Artes Visuales y en la Facultad de Ciencias Ambientales, demostrando su versatilidad y compromiso con la educación interdisciplinaria. Además, su paso por la Facultad de Ingeniería Industrial, donde impartió asignaturas en programas de posgrado, fue una etapa que lo marcó profundamente, destacando la confianza que figuras como William Ospina depositaron en su capacidad pedagógica. 

Hoy, Bernardo se despide de la universidad con la satisfacción de haber formado a generaciones de estudiantes, pero sobre todo, con la alegría de haber inculcado en ellos el amor por la lectura. Se lleva el afecto de los estudiantes y el orgullo de haber ejercido la cátedra libre, una de las mayores libertades y privilegios que le brindó la universidad pública.