Hoy lunes 22 de julio el Consejo Superior de la Universidad Tecnológica de Pereira otorgará el título de Profesor Honorario al Dr. César Valencia Solanilla, docente jubilado de la Facultad de Bellas Artes y Humanidades, en reconocimiento a su destacada trayectoria académica y por las contribuciones a diversos procesos formativos de la Universidad. Este mérito también es un reconocimiento a su pasión por la enseñanza, a la dedicación con la que contribuyó a formar generaciones de estudiantes y a la forma como logró afianzar un vínculo de intercambio intelectual y creativo con sus colegas.
«César Valencia Solanilla ha sido un transeúnte por el mundo, desde hace ya bastantes décadas», como él mismo nos comenta. Desde su llegada a la UTP en 1994, se empeñó en dejar una impronta de su viaje por la academia. Fue durante un evento literario, como director de la programación cultural de la Feria Internacional del Libro, como conoció la UTP y, luego, se le presentó la oportunidad de vincularse como docente: «Mi sueño siempre fue ser profesor de tiempo completo en una universidad pública», confiesa, destacando su motivación y el proceso que asumió para lograr su meta.
El profesor Valencia Solanilla estudió Derecho en la Universidad Libre de Bogotá, aunque su verdadera pasión siempre fue la literatura y la docencia; sin embargo, su formación en derecho, aunque no su vocación, le permitió abrirse camino hasta alcanzar su objetivo de enseñar literatura de tiempo completo. Esto lo llevó a realizar estudios de Doctorado en literatura en la Universidad de La Sorbona en París, Francia; una oportunidad que transformó su mirada del mundo y su relación con la literatura.
Desde su llegada a la UTP, se convirtió en una figura central en la vida académica del Alma Máter: “Para mí, llegar a ser profesor aquí fue un gran logro; era como si todo hubiera estado preparado para que así sucediera», reflexiona, agradecido por la oportunidad de influir en la formación de tantos jóvenes interesados por las letras. Entre sus evocaciones más preciadas están sus días de estudio en Francia, las horas dedicadas a compartir su amor por la literatura con sus estudiantes y el recuerdo latente de no abandonar sus metas, de siempre trabajar y esforzarse por lo que quería, para que las utopías creadas se volvieran realidad.
La vida del profesor Valencia está llena de anécdotas y experiencias que recuerda con especial afecto. Recuerda con humor un examen de Derecho en el que, al ser interrogado sobre un tema complejo, utilizó en la respuesta una alusión a la obra de William Faulkner: “Me pusieron cinco, porque había citado algo inesperado», relata con una sonrisa.
Otra de sus anécdotas memorables, una por la que todavía lo recuerdan algunos estudiantes y compañeros, fue el apelativo que le crearon, gracias a su amistad con el poeta Héctor Escobar Gutiérrez, conocido como «El diablo»; en lugar de su apellido ‘Solanilla’ le decían «profesor Satanilla», un apodo que recuerda jocosamente y que siempre le saca una buena carcajada irónica.
Entre sus lecturas favoritas, destaca la obra de Marcel Proust, especialmente En busca del tiempo perdido. «Leer a Proust fue como una iluminación, un acto iniciático que definió mi vida», dice. Este autor no solo moldeó su amor por la literatura, sino que también inspiró su enfoque en la enseñanza y su filosofía de vida: «Yo quiero vivir en ese mundo que hay ahí en esas páginas o ser capaz de escribir, siquiera, media página de lo que hizo Proust», reflexiona.
El profesor Valencia Solanilla rememora sus primeros años en la UTP con nostalgia y admiración por las condiciones en que se trabajaba en aquel entonces: “Llegué a una Facultad de Educación muy precaria, pero llena de oportunidades para crear y construir», señala. En sus inicios, asumió la cátedra de Literatura Amerindia, un campo que desconocía pero que abrazó con entusiasmo: “Ahora puedo considerarme como una de las personas especializadas en ese saber», afirma.
El profesor Valencia ha sido un motor de cambio para la universidad. Participó en la reorganización de la Licenciatura en Español y Comunicación Audiovisual y materializó la creación de programas de posgrado, con gran impacto para la región y el país. Al respecto puntualiza: «Lo primero que hice fue dividir los programas y crear el programa de Licenciatura en Español y Literatura, y la Licenciatura en Comunicación e Informática Educativa», programas que luego se actualizaron, de acuerdo a los estándares del MEN. Además, impulsó con sus colegas de escuela la creación de la Maestría en Literatura, un proyecto que enfrentó muchas dificultades pero que, finalmente, se creó en la Facultad de Bellas Artes y Humanidades, gracias al apoyo de colegas como la profesora y escritora Cecilia Caicedo, entonces decana de esta Facultad.
El esfuerzo y la dedicación del profesor Valencia permitieron que la Universidad vislumbrara otros horizontes académicos: “La Maestría en Literatura fue el resultado de una lucha constante por alcanzar utopías», comenta. A pesar de los desafíos, este posgrado logró consolidarse, atrayendo académicos y escritores de renombre de todo el país. Su éxito sentó las bases para la creación del Doctorado en Literatura, un logro significativo para una universidad regional, en un país con pocos programas de este nivel. Con orgullo recuerda que «La culminación del Doctorado fue un esfuerzo monumental». Con el apoyo de colegas y amigos del ámbito académico, el programa logró reunir a destacados profesores de diferentes universidades, elevando así el prestigio de nuestra institución: «Nos asociamos con las mejores mentes literarias del país y del mundo, logrando una sinergia que hizo posible este sueño», destaca.
El compromiso del docente con la excelencia académica quedó demostrado cuando la Maestría en Literatura se convirtió en el primer programa de la UTP en obtener Acreditación de Alta Calidad: “Esto nos dio la confianza y la validación necesarias para seguir adelante con el proyecto del doctorado», afirma.
Estas experiencias del profesor César Valencia, además de muchas otras que nutrieron su labor investigativa y su producción intelectual en la UTP, son prueba de que los sueños, cuando se persiguen con pasión y determinación, pueden hacerse realidad. Su amplia producción ensayística, recogida en libros, ponencias y artículos, constituye un referente de obligada consulta para los estudiosos de la literatura.
Por todo esto, la ceremonia de reconocimiento como Profesor Honorario de la UTP, será una oportunidad para celebrar, no solo sus logros académicos, sino también el impacto personal en la comunidad universitaria. «Estoy aquí desde hace 30 años y cada momento ha sido una oportunidad para aprender y crecer junto a mis estudiantes y colegas», concluye el profesor Valencia, cuya memoria perdurará en la UTP por muchos años.
Para cerrar este diálogo, el docente nos invita a «no conformarnos con lo mínimo, con lo fácil, sino a soñar». Inspirado por el verso que, traducido al español, significa «tocaré las estrellas con la frente», César Valencia nos anima a aspirar a grandes metas y a trabajar por el bien de la humanidad. Su enfoque en la coherencia y la sensibilidad social resalta la importancia de alinear las acciones con los principios; este es el mensaje vital de su legado a la UTP. Seguramente, entre sus alumnos resuena la frase: «La verdadera educación no consiste en llenar un balde, sino en encender un fuego». Esta frase captura su enfoque humanístico y su deseo de inspirar curiosidad y pasión en todo lo que hace.