Pasar de la reforma de los papeles a la reforma de las aulas, es lo que se debe hacer en el proceso de renovación curricular, al cual le trabaja gradualmente la Universidad Tecnológica de Pereira. Un cambio conductual y cultural es lo que propone el profesor Rafael Porlán, quien ha capacitado a todos los docentes de las facultades que liderarán este proceso.

CLAUDIA-LORENA-ARDILA

Oriundo de España, experto de la Universidad de Sevilla, con amplia experiencia en investigación en el aula y enseñanza universitaria, el doctor Rafael Porlán llegó a Pereira a liderar el proceso de formación de los formadores que se encargarán de replicar las nuevas didácticas en las aulas de clase de la UTP, como parte del proceso de renovación curricular que está en el Plan de Desarrollo Institucional.

El profesor Porlán conversó con Campus Informa sobre lo que se debe hacer para trasladar lo que se escribe en el papel, a las aulas de clase.

Periodista: ¿Cómo se logra llevar a la práctica la renovación de los currículos académicos?

Profesor Porlán: Esa es la pregunta del millón, y esto hay que hacerlo de manera gradual, con programas de largo recorrido, no es cambiar mañana todo, porque este es un cambio conductual. Las universidades tienen una tradición en la forma de hacer las cosas. Las clases transmisivas, los exámenes tradicionales, todo lo que configura una cultura institucional, que en los papeles es muy fácil decir que se va a cambiar pero que en la realidad cuesta mucho porque son paulas de acción que tenemos grabadas en la mente y modificarlas cuesta mucho trabajo, hay que sustituirla por pautas alternativas, que hay que probar, uno tiene que sentirse seguro y acompañado. A los profesores les da miedo hacer cambios que no puedan funcionar bien, por eso se necesitan procesos de formación en red, para hacer un recorrido como en cascada, que vaya impregnando poco a poco a la institución de otras prácticas. Hay que ser constantes porque las reformas curriculares son a largo plazo, además hacerlo de manera escalonada, formar a formadores, y ese es el proceso que estamos desarrollando con docentes de las 10 facultades de la universidad, pensando en el medio plazo.

 Periodista: ¿Cuál es el gran salto que debe dar una institución de educación superior en la práctica de la renovación?

Profesor Porlán: Lo primero es que hay que hacerlo con cuidado, tiempo y gradualidad. La enseñanza tradicional está basada en una idea que ya se ha demostrado que es falsa, que es que el docente tiene el saber, se lo explica al estudiante y una vez que se lo ha entregado, ha cumplido con su responsabilidad. Y luego de eso, el estudiante es el responsable de estudiar, memorizar y hacerlo bien en el examen. Este es un esquema que no coincide con lo que hoy sabemos de cómo aprenden las personas, de cómo funciona el cerebro, la fisiología neuronal, la comunicación humana que es imperfecta porque re interpretamos todo lo que escuchamos y vemos desde nuestros propios esquemas. 

Hay muchos conocimientos en muchas áreas que no han permeado en las prácticas educativas, porque han podido más los métodos tradicionales. Por poner un ejemplo, es como si en medicina supiéramos que el cáncer se puede curar con determinado tratamiento, pero el médico decide hacerlo de una forma a la que él está acostumbrado, aunque se le mueran el 80 por ciento de los pacientes. Es una comparación que no gusta pero es parecido, porque hay muchos avances que nos muestran hacia donde debe ir la educación pero somos un elefante muy lento y cuesta mucho incorporar nuevas prácticas.

Hay que darle la vuelta: se aprende siendo activo. Nadie puede darle a otro lo que sabe metiéndoselo en la cabeza, el otro tiene que estar activo en el proceso, y no pasivo para memorizar sin comprender. Esto no es aprender. Aprender requiere que el alumno genere un proceso interno en contraste con el docente, con lectura, experimentos y experiencias exteriores. El aprendizaje es interactivo, entre lo que el sujeto tiene y es capaz de crear por si mismo, y el estímulo que el docente le da desde afuera. Esa visión del aprendizaje que pone en el centro al alumno no quita el protagonismo al docente, el papel del docente incluso se vuelve más complejo porque no es tan simple como ‘te explico y tu  estudias’, sino que el docente debe ayudar a construir el edificio del saber de cada persona. Debe ayudarle a plantearse las preguntas adecuadas, los problemas adecuados, plantearle conflictos, darle las herramientas y ponerle las condiciones adecuadas al estudiante para que construya su aprendizaje. Esto también requiere un cambio de rol del estudiante, ese que prefiere prepararse para el examen tres días antes, lo cual no es aprendizaje porque todo se le ha olvidado al día siguiente. 

Estamos obligados porque la Universidad es donde se debe respetar más el rigor científico y no puede hacer una docencia a-científica. Esto cuesta mucho incluso a las autoridades, para que lo acepten, porque cuestiona el poder en el aula, se crea una dinámica más interactiva y participativa, de comunidad que aprende junta.

El proceso de formación de formadores avanza para llegar a construir una red de docentes que apliquen el cambio en el aula, en el marco de esta progresividad de la renovación curricular.