Hoy, en un encuentro cargado de emotividad frente al mural del planetario, nuestras almas se entristecen al ver lágrimas silenciosas surcar sus colores, testigos mudos de la afrenta perpetrada por aquellos que no comprenden la trascendencia de su mensaje. Como un susurro en la vastedad del universo, el mural nos recuerda la importancia de la ciencia y el vínculo íntimo que todos compartimos con el cosmos. Es un llamado a la comunión, a la sensibilidad, a comprender nuestro lugar en el universo, especialmente para los niños y jóvenes de Risaralda y del eje cafetero, quienes buscan en el planetario un faro de conocimiento y asombro. Es lamentable que la falta de entendimiento de unos pocos haya enturbiado la claridad de este mensaje.

Este mural, gestado con amor y dedicación, no solo es una expresión artística, sino un reflejo del compromiso de la Universidad Tecnológica de Pereira con la educación, la ciencia y la comunidad. Surge de una larga historia de colaboración y diálogo entre administrativos, docentes; egresados, estudiantes y representantes institucionales, quienes unieron sus fuerzas para transmitir un mensaje de conexión cósmica y respeto por nuestro entorno. Cada trazo, cada color, cuenta la historia de cómo el planetario se ha convertido en un faro de conocimiento en Risaralda, iluminando mentes jóvenes y curiosas con las maravillas del universo. Este mural es un tributo a la exploración, al descubrimiento y a la belleza que se encuentra en el estudio del cosmos. Su propósito es inspirar a las generaciones futuras a mirar más allá de las estrellas, a soñar en grande y a trabajar juntos por un futuro lleno de posibilidades. Es un recordatorio de que, incluso en medio de la oscuridad, siempre hay luz y esperanza cuando nos unimos en busca del conocimiento y la comprensión.

Insto a toda la comunidad a seguir avanzando en la ruta del respeto a la diversidad y al cuidado de una institución que nos pertenece a todos, lo cual nos hace corresponsables de su cuidado. De igual forma, expreso nuestra solidaridad a la Facultad de Ciencias Básicas, en cabeza de su Decano, de todo su cuerpo docente administrativo y del director del planetario, he conocido de primera mano sus luchas para que el planetario sea un centro a la altura de las necesidades de la región en generación de conocimiento para todas las generaciones y me entristece ver como el trabajo de años se enturbia en segundos por la mancha de la intolerancia y el irrespeto.