En la Universidad Tecnológica de Pereira hay un legado que sigue vivo en los recuerdos y en la academia; investigaciones y publicaciones guardan el trabajo que por años con dedicación y esmero realizó Alexander Feijóo Martínez. Un legado que sigue vibrando, resonando en las paredes del laboratorio que fundó y en los corazones de quienes compartieron su visión.
María Constanza Zúñiga Torres, docente adscrita desde hace aproximadamente 17 años a la Facultad de Ciencias Ambientales y esposa de Alexander Feijóo, comparte con amor y admiración recuerdos que tejieron su vida juntos, una vida dedicada a la investigación y al legado científico.
La docente ha desarrollado en la universidad diferentes investigaciones y proyectos relacionados con la forma de organización o estrategias de vida de las comunidades rurales, para entender cómo están visibilizadas y cómo se asocian a la dinámica biológica que tienen.
Forjando un legado académico: la trayectoria de Alexander Feijóo Martínez
Alexander estudió en la Universidad Nacional de Colombia en 1986. Desde entonces, su pasión por entender la vida animal, especialmente las lombrices de tierra, lo llevó por un viaje de descubrimiento que definiría su carrera.
Desde sus primeros días en la universidad, Alexander demostró una gran pasión por la observación y la experimentación, pero fue su dedicación la que lo llevó a estudiar por horas cada aspecto de la vida del suelo, “estando en segundo semestre de su pregrado da como punto de partida el entender la dinámica de las lombrices de tierra y saber cómo podría contar la historia de esas lombrices a través de su actividad académica como estudiante; entonces inicia una serie de actividades de investigación, comienza a observar en cultivos que estaban alrededor de la Universidad y en el solar de su casa”, señala Constanza.
Durante este proceso varios docentes le dieron la oportunidad de tener un lugar dentro de la universidad para realizar sus investigaciones y guardar estos especímenes que iba recolectando. Así crea su primer laboratorio, motivado por su fascinación profunda por las lombrices de tierra, estas criaturas aparentemente simples, pero fundamentales para los ecosistemas terrestres.
María Constanza comparte cómo Alexander se graduó de la universidad con un proyecto de grado destacado y las ofertas laborales que comienzan a llegarle, “en 1993 puede ingresar al Centro de Investigaciones en Agricultura Tropical, CIAT, pero mientras está en esa transición para investigar, él ya tenía identificadas más de 25 especies de lombrices con su proyecto de pregrado”.
Feijóo continua su proceso formativo, realiza su posgrado en Ciencias Agrarias y posteriormente su doctorado, comienza a relacionarse y tener contacto con diferentes investigadores de gran trayectoria a nivel mundial, como Carlos Fragoso González y profesionales en biología y taxonomía de países como Brasil y Hungría, con ellos realiza diferentes colaboraciones en publicaciones y se convierten en un apoyo para seguir con sus investigaciones.
La dedicación de Alexander por entender el papel de las lombrices de tierra en el equilibrio ecológico se convirtió en una misión de vida. Desde los laboratorios de la universidad hasta los campos de investigación más remotos, Alexander se dedicó a desentrañar los secretos de estas criaturas subterráneas, acumulando conocimiento y experiencia a cada paso.
El nacimiento del laboratorio: un sueño hecho realidad
Feijóo Martínez llegó a la Universidad Tecnológica de Pereira en el año 2001 a través de una convocatoria que marcaría el inicio de una nueva etapa en su carrera académica y científica. En este mismo año recibió una carta de felicitación por parte de la Presidencia de la República por ser uno de los primeros doctores en Ciencias Agropecuarias del país.
Durante su carrera, “recorrió una amplia gama de paisajes y ecosistemas en su búsqueda de lombrices”, señaló María Constanza, desde los campos de la Universidad Nacional hasta países como Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay, pasando por reservas naturales en la región cafetera de Colombia, los Llanos Orientales, Valle del Cauca y otros lugares donde dedicó innumerables horas a la recolección de lombrices de tierra.
Después de diversas investigaciones y salidas de campo, era necesario encontrar un lugar oficial para guardar todos los especímenes y su investigación. Así surgió la idea de crear un laboratorio dedicado al estudio de los agroecosistemas tropicales, un espacio donde la investigación científica confluya con la educación ambiental “su visión no solo abarcaba la investigación académica, sino también la conexión con las comunidades rurales y la educación ambiental», afirma María Constanza.
El camino hacia la consolidación de este espacio no estuvo exento de desafíos, “por ejemplo, los retos más complicados eran tener recursos, un espacio consolidado y lograr tener estudiantes», índico Constanza, sin embargo, con trabajo y dedicación, poco a poco fueron consolidando el espacio y capacitando a sus estudiantes; un proceso que tardo más de una década y que logró para el 2019 con “el respaldo del decano del momento y la Administración de la Universidad, obtener el espacio del laboratorio… aquí pueden ver ya una serie de avances con una colección de lombrices mucho más consolidada, con más de 250 especies identificadas y cientos más por identificar”, destacó.
Preservando un legado: el futuro del Laboratorio Agro Ecosistemas Tropicales
Hoy, el legado de Alexander Feijóo Martínez perdura en el laboratorio y en el impacto que ha dejado en las vidas de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y trabajar a su lado. Su historia es un testimonio inspirador de cómo la pasión, el compromiso y la perseverancia pueden transformar no solo la vida de un individuo, sino también el curso de la ciencia y la academia.
A través de los testimonios de sus colegas y estudiantes, queda claro el impacto que Alexander dejó en la comunidad. Luisa Fernanda Rebellón, estudiante de Administración Ambiental, destaca su trabajo “la diversidad de suelos abordada por el profesor en sus clases. Su descripción de los diferentes niveles del suelo, desde los Llanos Orientales hasta las regiones más elevadas como el Galeras en Nariño, permitían comprender la importancia de la complejidad de los ecosistemas terrestres”, menciona.
Con compromiso y haciendo honor a la memoria de Alexander, María Constanza asume con amor la responsabilidad de preservar este legado, la continuidad del laboratorio es palpable, y la visión que tiene ella se extiende más allá de las fronteras académicas, sueña con convertir el laboratorio en un “espacio de enseñanza permanente, donde estudiantes ya sea desde las ciencias ambientales, desde agroindustria, desde medicina veterinaria y zootecnia o incluso visitantes, puedan aprender sobre la importancia de las lombrices de tierra y la biodiversidad del suelo”, afirma.
Finalmente, ¿por qué seguir investigando las lombrices? “Las lombrices se convirtieron en la forma de entender un mundo invisibilizado. Gracias a las lombrices, tenemos la posibilidad de que las plantas mejoren su sistema radicular, es decir, sus raíces y puedan crecer con mayor vigor; las lombrices, además de descomponer el material orgánico también van a generar una forma de reciclar los nutrientes que tiene el suelo», comparte Constanza, quien menciona además que estas investigaciones guardan un poco de la esencia de Alexander.
La historia de Alexander Feijóo Martínez es un recordatorio de que el verdadero legado de un científico no se encuentra solo en sus descubrimientos, sino en lo que le devuelve a la comunidad, el impacto duradero que deja en el mundo y en las personas que lo rodearon.