El pasado 24 de enero, Pereira registro temperaturas de hasta nueve grados por encima del promedio diario de la ciudad, el año 2023 fue el más caluroso de la historia, y este 2024 en los países tropicales se siguen presentando récords de calor ante los cuales, ecosistemas y personas somos vulnerables. Estas son algunas reflexiones compartidas por expertos de la UTP.
El último Fenómeno del Niño con impactos significativos que se vivió en Colombia, fue en el periodo 2015 – 2016, y actualmente, la intensidad de las temperaturas alcanzadas está representando para Colombia consecuencias que si bien pudieron preverse, ya representan desastres por la pérdida de coberturas vegetales, ecosistemas estratégicos y servicios ecosistémicos, por cuenta de los incendios de cobertura vegetal.
La comprensión de los efectos de las altas temperaturas requiere miradas interdisciplinares, abarcando escenarios de desastre, el desabastecimiento hídrico, las afectaciones a los sistemas productivos, la pérdida de ecosistemas y las consecuencias en la salud humana y animal, los cuales podrían verse agudizados este mes, cuando se llegue a uno de los momentos más críticos del Fenómeno en el país.
Según el Ideam, El fenómeno del Niño se consolidó en el mes de mayo del 2023. Presentó la categoría de ‘fuerte’ desde el mes de septiembre y continúa en esta categoría durante el presente mes de enero de 2024, esperándose que comience una transición gradual a la condición normal entre abril y junio de este año.
Es por esto que conversamos con Manuel Tiberio Flórez Calderón, MSc en Ciencias Ambientales, docente de la Facultad de Ciencias Ambientales, investigador asociado y miembro del Grupo de Investigación en Gestión Ambiental Territorial, quien se refirió al abordaje que se debería dar con una perspectiva de oportunidad para los cambios en la toma de decisiones en el plano personal, político e institucional, ahora que estamos viviendo, sintiendo, experimentando y, en muchos casos, sufriendo, las consecuencias de la variabilidad y cambio climático.
Según el experto, no estamos lejos de vivir ‘olas de calor’ en los territorios, las cuales se catalogan así cuando se presentan períodos de temperatura excesivamente alta, durante varios días consecutivos, en el que las temperaturas diurnas y nocturnas superan los umbrales regionales durante al menos tres días consecutivos.
Esto lo que acarrea es la probabilidad de llegar a experimentar fenómenos poco frecuentes o nuevos para algunas regiones de Colombia como los ‘golpes de calor’ que son las consecuencias de esas altas temperaturas en la salud de las personas, “un golpe de calor es cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular la temperatura corporal, y se generan entre otros síntomas, el de la piel roja, caliente y seca (se agota la transpiración), hay una respiración y frecuencia cardiaca acelerada, dolor palpitante de cabeza y vértigos, mareos desorientación, delirios, confusión o pérdida de conocimiento”, explicó.
Pero más allá de la consecuencia, el experto analizó las causas y las razones por las cuales somos vulnerables a estos fenómenos, que están ligadas en alguna medida a temas como la planificación y el ordenamiento territorial, teniendo en cuenta que actualmente hay zonas que tienen una mayor exposición a la radiación y que son propensas a desarrollar ‘Islas de Calor urbanas’, que se originan principalmente por el avance del desarrollo y los cambios en las propiedades térmicas y reflectivas de la infraestructura urbana, el impacto que tienen los edificios sobre el microclima local y la reducción de coberturas vegetales integradas al diseño urbano.
Aumentar la proporción e integración de zonas verdes, incorporar en la construcción materiales permeables o desarrollar refugios climáticos urbanos son algunas de las medidas que pueden ayudar a disminuir la vulnerabilidad ante los grados de más que experimentamos hoy, y que tienden a presentar un aumento por cuenta del cambio climático.
“Donde hay un árbol, a la sombra, hay una sensación térmica que puede llegar a ser 12 grados menor que en los puntos de exposición directa al sol. Esto evidencia la importancia de ecosistemas estratégicos, las zonas de retiro y de protección y de los árboles urbanos. En la UTP se viene trabajando en esto hace ya un buen tiempo y, aunque hay cosas por mejorar, realmente este espacio del Campus se convierte actualmente en un ‘oasis’ comparado con otras zonas de la ciudad”, indicó Flórez.
“La existencia del Jardín Botánico, por ejemplo, ofrece al Campus una barrera viva que regula la humedad, el viento, ofrece sombra, otorga regulación hídrica y confort térmico. Esto y las políticas de gestión ambiental de la U, con un campus verde, genera soluciones basadas en la naturaleza, que permiten ganar capacidad de adaptación a las amenazas de la variabilidad y cambio climático”, explicó el profesor.
Además, recalcó que actualmente se desarrollan proyectos de investigación en la Universidad, que cuentan con recursos de regalías para evaluar, diseñar y planificar viviendas adaptativas ante algunos efectos del cambio climático, con materiales y equipamientos que reduzcan la vulnerabilidad que hoy experimentamos en nuestras viviendas, muchas veces diseñadas sin contemplar aspectos funcionales tan importantes como el confort térmico, “imaginemos nuestras viviendas en un escenario que aumente 2 o 3 °C en la temperatura media anual, y un día como el 24 de enero pasado, con nueve grados sobre esa media, será habitable?”, cuestionó.
Distintas miradas del mismo problema: nos ponemos en los zapatos del otro
Si bien la principal preocupación de la actual situación tiene que ver con la supervivencia humana, los escenarios de desastre vinculados al desabastecimiento hídrico, o la ocurrencia y control de incendios de cobertura vegetal, estos últimos, calamidades que requieren atención inmediata y hoy son la mayor preocupación en toda Colombia, también resulta importante observar y prevenir en lo cotidiano.
Por eso otro llamado de atención importante desde la UTP es la prevención sobre la alta vulnerabilidad que actualmente están viviendo las personas que trabajan expuestas, a la intemperie, como los deportistas de alto rendimiento, los campesinos, los trabajadores de la construcción, los vendedores en las calles de la ciudad, pues son ellos quienes tienen el más alto riesgo de sufrir los mencionados ‘golpes de calor’ (además de los niños y adultos mayores).
Por eso, el experto Flórez hace la invitación a que se consideren para estos casos medidas temporales frente a los turnos laborales y los períodos de trabajo, teniendo en cuenta que los índices de rayos ultravioleta de la OMS están superando históricos y según el Ideam, es ideal evitar la exposición directa al sol entre las 9:00 de la mañana y las 4:00 de la tarde.
“En lo cotidiano, es un asunto de adaptabilidad y de solidaridad, de pensar en la sed del otro. Por ejemplo, necesitamos no solo ocuparnos de las personas vulnerables y los animales domésticos pues afortunadamente hemos visto que les ponen agua en las puertas a los perros y los gatos. También debemos pensar en los que no tienen quién les ayude. Los habitantes de calle, y porque no, las aves, las ardillas, la fauna más próxima a nuestro trabajo y vivienda, que si no encuentran agua, simplemente podrían morir por deshidratación”, indicó.
Actualmente, otro fenómeno vinculado a las altas temperaturas tiene que ver con el aumento de los accidentes ofídicos. Mientras la mayoría le tememos a las serpientes y no sabemos cómo reaccionar ante la presencia de una, el experto explicó que ellas están buscando lugares que les permitan regular su temperatura, “están buscando humedad y sombra, no atacar a los humanos, y entendemos el temor, pero es importante que nos capacitemos frente a cómo reaccionar, para estar a salvo nosotros y ponerlas a ellas a salvo”, recalcó Flórez.
Esta es una condición atípica para todos los seres vivientes, estamos presenciando registros récord y eso significa que todos nos estamos enfrentando a unos extremos climáticos que superan lo que está en nuestra memoria. Es un reto el de repensar nuestra relación con la naturaleza “hay de por medio una responsabilidad en esto que estamos viviendo, hay que superar el debate de la existencia del cambio climático y de pensar que esto no es un problema de hoy sino de las generaciones futuras. Hay que tomar acción que implique cambios en nosotros”, enfatizó el experto.