Llegó a la Universidad en la plenitud de su juventud, era una de las pocas mujeres que se atrevía a desafiar el ímpetu masculino que dominaba el campus. Y no era de esperar algo diferente. En el imaginario colectivo de la época, estudiar una ingeniería era un tema de hombres y las ingenierías eran básicamente las carreras que se ofrecían en la Universidad en sus primeros años.

Aunque ella no había ingresado a uno de los programas en mención, la presencia de la mujer en los salones de clase era escasa, sin embargo, era mayor su deseo de superación y sus ganas de marcar la diferencia en la sociedad.

“El machismo en la Universidad era el reflejo de lo que vivíamos hasta ese momento en el mundo y era alimentado por nosotras mimas, las mujeres, ni modo de culparlos a ellos” asegura, al explicar que eran las mismas madres quienes imponían un trato preferencial hacia los hombres.

Lo importante para ella, y para las mujeres de Pereira, era que las puertas de la Universidad se abrieran de manera indiscriminada para los dos géneros desde el mismo momento en que se iniciaran actividades, y así fue. La mujer ha estado en el claustro desde sus principios.

Ella es Lelia García López, la primera mujer que llegó al ambiente universitario de la licenciatura de Matemáticas y Física y también su primera egresada, primera profesora y primera directora de esa escuela de formación.

A ella la sorprendió la llegada a la Universidad. El bus institucional hizo recorrido por el centro de Pereira para trasladarla junto a un grupo pequeño de mujeres que también iniciaban clases en otros programas. Ya en la U, una calle de honor conformada por estudiantes hombres las recibió. “Fue un bonito detalle, hasta cuando una voz en el grupo despertó nuestro nerviosismo y rabia. -ganado nuevo- fue lo que se escuchó en uno de los costados”, para ella fue indignante, pero siguió adelante y entendió que con eso debía lidiar.

Fue una época de hitos femeninos. El ingresar al ambiente universitario era uno, pero recuerda Lelia ese momento en el que la rebelión femenina tiró el vestido formal y le abrió paso al pantalón en la mujer. Fue Berta Balois, una estudiante de Ingeniería Mecánica, quien dio el paso, ella se atrevió a llegar a la Universidad en pantalón, se ubicó bajo el árbol del costado derecho del Edificio Administrativo, era un pequeño arbusto que apenas se desarrollaba, y allí se acompañó de uno de sus amigos para conversar. Fue algo novedoso, estudiantes y profesores que ocupaban los salones del entonces Bloque A salieron a verla, era todo un acontecimiento. Muchos se preguntaban sobre qué le estaba ocurriendo a Berta en ese momento. Eso hizo que se abriera paso al pantalón en la Universidad. Una vez graduada, Lelia aprovechó la necesidad de docentes que tenía la Universidad y se postuló para ser docente, fue la primera en un grupo de 12 profesores de Física. Luego fue directora de este, a pesar del machismo que existía.

Su tiempo de permanencia como docente le permitió ver como la evolución estaba en dos sentidos, en como aumentaba la presencia de la mujer en la Universidad y también como crecía el claustro, con nuevos programas, con nuevos edificios y con nuevos servicios, y entendía que ella como docente ponía su grano de arena a esa transformación de la sociedad a partir de la educación universitaria.

“Siento orgullo de ver que ese legado que nos dejó Jorge Roa Martínez y sus compañeros de brega universitaria, se respeta, se siente en el alma de cada estudiante, de cada profesor, de cada administrativo, así como yo lo llevé. Siento orgullo de ver como crece nuestra Universidad, mi casa” dice Lelia con tono nostálgico.

Aunque ya es jubilada y los golpes la vida los lleva dentro, se siente feliz cuando llega a su casa, saluda a sus amigos. Se siente feliz de ver la evolución de su Universidad, de ver como la mujer ha logrado conquistar todos los espacios en ella, con gran desempeño, asegura. “Solo Falta que tengamos una mujer Rectora de la UTP, algún día será”.

Lelia no se desprende de la Universidad, la ama con fuerza y espera que su huella siempre florezca, en los estudiantes que formó y en todos los árboles de la Universidad, en los que sembró diversas especies de Orquídeas, otra de sus pasiones.