El pensamiento visionario de varios líderes de la ciudad, a principios de la década de los sesenta del siglo XX, permitió que Pereira, una ciudad intermedia tuviera universidad, cuando ese privilegio era exclusivo de las ciudades capitales, y en este caso era Manizales.
Liderados por Jorge Roa Martínez, fueron Gonzálo Vallejo Restrepo, Guillermo Ángel Ramírez, Alberto Mesa Abadía, entre otros, quienes hicieron la gestión ante el Gobierno Nacional, para que se aprobara un centro universitario en este territorio, para atender una población que dependía de la capital de Caldas para recibir formación universitaria.
En el año 1961 la Universidad Tecnológica de Pereira inició actividades, con su primer rector Jorge Roa Martínez, quien consideraba que se debía proyectar una universidad integral, que formara al ser con principios humanísticos, basados en la ciencia y la investigación pero que formara para el trabajo y que generara desarrollo, por eso ese primer enfoque desde las Ingenierías.
Fue la Facultad de Ingeniería Eléctrica, programa con el que abrió puertas la Institución, pero rápidamente tuvieron vida las de ingeniería Mecánica e Industrial.
Si bien, las ciencias duras eran una referente para la nueva Universidad, también interpretó la necesidad de incluir las humanidades, las artes y la educación como parte fundamental de la oferta formativa para desarrollo de la sociedad. En temprano momento se funda el Instituto Pedagógico Musical de Bellas Artes, que años más tarde se consolida como la Facultad de Bellas Artes y Humanidades. En 1966 También abre puertas el Instituto Politécnico Universitario a manera de escuelas auxiliares de ingeniería, hoy convertido en la Facultad de Tecnologías.
Por su parte, la Facultad de Educación aparece en 1967, para atender la demanda existente para profesionalizar y capacitar en otros niveles a los docentes de la región.
“Los 10 años iniciales de la Universidad Tecnológica de Pereira, fueron toda una revolución educativa, porque no había momento en el que no se estuviese pensando en crear nuevos espacios dirigidos a la formación, nuevas carreras, fortalecimiento administrativo. Fueron esos 10 años fundamentales para sentar las bases sólidas que le dieran proyección para lograr lo que hoy tenemos”, dijo hace 20 años Guillermo Ángel Ramírez, actor fundamental en la creación de la Universidad y su segundo Rector, en momentos en los que se celebraban los 40 años de vida de la UTP.
La Universidad es un organismo vivo, que evoluciona permanentemente y eso la ha llevado a ser protagonista en la región y en la nación educativa, que entiende que desde sus aulas y laboratorios se interviene la vida de la región para resolver los problemas de la sociedad, del mundo productivo, pero también para marcar su desarrollo. En 1977 la UTP da otro gran salto, la creación de la Facultad de Medicina, convirtiéndose en una de las escuelas de referencia nacional.
Su primer postgrado se empezó a ofertar en 1983, y fue en Sistemas Automáticos de Producción, adscrito a la Facultad de Ingeniería Mecánica. Los años 80 y 90 fueron las décadas en las que se empezó a pensar en la otra universidad, la de la formación avanzada, la de las especializaciones y las maestrías, fue en esos años en los que se pusieron los primeros cimientos para evolucionar a los profesionales, proceso que se consolidó años más tarde.
Otro hito de la universidad es sin duda, la creación de la Facultad de Ciencias Ambientales, uno de los programas considerados futuristas, dada la importancia de profesionales en este campo para promover el aprovechamiento técnico y científico del medio ambiente y promover la sostenibilidad en los diferentes procesos del desarrollo.
Esta es una institución que está vigilante frente las necesidades y oportunidades del entorno, para actuar. Eso ha llevado a la universidad a generar nueva oferta académica, el ejemplo más reciente está con la creación de la nueva Facultad de Ciencias Agrarias y Agroindustria, pensada para desarrollar con sentido la producción del campo.
Pero no solo ha sido la creación de programas, es el fortalecimiento de todo el andamiaje que se requiere para garantizar la calidad de la que hoy es referente. Desde los años 90 incursiona con fuerza en la investigación, con la creación de grupos escalafonados en Colciencias; la dotación de laboratorios, con tecnología de punta que permite no solo brindar mejores espacios formativos sino fortalecer ese componente investigativo. Esta es una universidad moderna que está a la vanguardia en tecnología para atender los asuntos de la academia, de la investigación, pero también del componente administrativo.
Todo el crecimiento integral le ha permitido someterse a los rigores de la certificación de alta calidad, obteniendo buenos resultados y un reconocimiento que trasciende las fronteras nacionales e internacionales, así lo referencian diferentes rankings.