A sus 25 años, Sara Castaño Cortés, Administradora Ambiental, celebra un logro que sintetiza constancia, sacrificio y convicción personal: su graduación de la Maestría en Administración de Empresas en la Universidad Tecnológica de Pereira, cursada gracias a la Beca Jorge Roa Martínez, uno de los reconocimientos académicos más significativos de la institución.
Su trayectoria universitaria comenzó temprano. Se graduó del colegio a los 16 años e inició, al año siguiente, el pregrado en Administración Ambiental, que culminó en 2022. Posteriormente, continuó su formación con una tecnología en Sistemas Integrados de Gestión de la Calidad, Medio Ambiente y Seguridad y Salud en el Trabajo. Fue en ese proceso cuando recibió la noticia que marcaría un nuevo hito en su vida académica: había sido seleccionada como beneficiaria de la Beca Jorge Roa Martínez para cursar su maestría en 2024. En total, un recorrido de ocho años de formación continua.
Aunque no guarda un recuerdo nítido de su primer día de clases, sí rememora con claridad el momento en que conoció la existencia de la beca. Desde entonces, tuvo la certeza de que ese sería uno de sus objetivos. La disciplina, el esfuerzo sostenido y una profunda confianza en sus capacidades la llevaron a asumir el reto de cursar un posgrado del cual solo debió cubrir los derechos de grado. “Fue un proceso largo y exigente, no siempre fácil, pero profundamente satisfactorio”, señala.
Durante su pregrado, uno de los mayores desafíos fue enfrentarse a asignaturas que no dominaba, especialmente aquellas relacionadas con las matemáticas. Lejos de desistir, transformó la dificultad en una oportunidad de crecimiento. A través del estudio constante y la perseverancia, logró superar materias que inicialmente parecían inalcanzables. Para Sara, el aprendizaje no estuvo exento de frustraciones, pero sí marcado por la decisión de no rendirse.
En la maestría, el reto se intensificó. Entre el primer y segundo semestre consideró desistir, sin embargo, la responsabilidad que implicaba ser becaria se convirtió en un motor para continuar. El sacrificio fue evidente: fines de semana dedicados al estudio, renuncias a espacios sociales y una dedicación casi absoluta a su formación académica. Ese nivel de compromiso, lejos de ser una carga, se convirtió en la base de sus logros actuales.
Más allá de los conocimientos técnicos, Sara reconoce que la universidad le dejó aprendizajes fundamentales para la vida. La disciplina y la responsabilidad consigo misma se consolidaron como principios fundamentales. Sostener la beca no solo implicaba cumplir con requisitos académicos, sino demostrarse que merecía la oportunidad recibida. Esa convicción la llevó a asumir cada reto con seriedad y propósito.
El apoyo de su entorno fue determinante. Su familia y sus amigos han sido un soporte constante en los momentos más complejos y en los logros más significativos. Destaca especialmente a su círculo cercano, al que define como su ancla y su motor, personas que la acompañaron sin condiciones a lo largo del proceso.
Actualmente, Sara se desempeña como contratista en la Alcaldía de Dosquebradas, donde trabaja en el Plan Institucional de Gestión Ambiental de las secretarías y dependencias municipales. Desde allí, aplica de manera directa los conocimientos adquiridos tanto en su pregrado como en la maestría, demostrando la complementariedad entre la administración ambiental y la administración de empresas, disciplinas que convergen en la planificación, la gestión y la toma de decisiones.
Para Sara, este título es la materialización de ocho años de constancia, de superar barreras externas e internas, y de mantenerse fiel a su propósito. Al definir su experiencia en una sola palabra, no duda: disciplina, entendida como la capacidad de convertir los objetivos en realidades concretas.
En el marco del Especial de Grados de la UTP, su historia es testimonio de cómo la educación, acompañada de compromiso y determinación, se convierte en una herramienta poderosa para transformar proyectos de vida y aportar al desarrollo del territorio.