Hablar en la universidad: una tarea no tan fácil

 

La oralidad es una competencia indispensable en la actividad académica universitaria porque, entre otras cosas, mediante ella se expresa, amplía, interpreta, confronta, argumenta, reelabora los conceptos y saberes propios de la formación disciplinar y se desarrolla el pensamiento cognitivo. Además, hablar en los contextos académicos parece una tarea fácil, rutinaria y sencilla por ser parte de la vida cotidiana del ser humano. No obstante, hace falta la construcción de un discurso académico que visibilice una educación con la tan predicada “calidad”, para cuyo logro se requiere revisar, analizar y mejorar los modos y actitudes que asumen los estudiantes en sus intervenciones orales.

 

Como parte de una investigación que realizan de manera conjunta la Universidad Tecnológica de Pereira -liderada por Mireya Cisneros Estupiñán-, y la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca -liderada por Clarena Muñoz y Martha Andrade- se hizo la observación a varias exposiciones de estudiantes de distintas carreras y semestres y se encontró coincidencias como las siguientes: en el nivel fónico, hay alargamientos recurrentes de sílabas, pérdida o adición de sonidos en la pronunciación de las palabras, y exceso de muletillas y sonidos paralingüísticos.

 

En el plano morfosintáctico, los estudiantes utilizan conectores pragmáticos propios del habla coloquial, al igual que abundancia de modismos y expresiones propias de hablantes que no han tenido una formación académica elemental.

 

En el plano textual, hay desorganización de las ideas y de las partes del discurso, la cual se evidencia en la ausencia de conectores que articulen la apertura, el desarrollo y el cierre. Hay cambios frecuentes de tema, presencia reiterada de rodeos explicativos, reelaboraciones y autocorrecciones que no mejoran la construcción de los mensajes, abundancia de repeticiones innecesarias, falta de concordancia, simplicidad en la construcción textual y discursiva, al igual que pobreza en el manejo del léxico y, consecuentemente, un discurso cuyos contenidos de fondo son también pobres, confusos, incoherentes y no alcanza a ser portador de la intención comunicativa del hablante ni aporta en los procesos de cualificación y avance de los saberes disciplinares.

 

Estos rasgos, en la oralidad de los estudiantes, permiten justificar la necesidad de trabajar el uso oral de la lengua de manera transversal en los currículos universitarios, considerando que más allá de los errores de dicción causados en algunos casos por el nerviosismo y la falta de experiencia en la presentación frente al público, la oralidad debería ser una competencia que merece la preocupación y la ocupación por parte de los actores educativos, con la misma intensidad que se viene haciendo en los últimos años con la escritura y la lectura en la universidad. Los supuestos que subyacen en el trabajo con el texto escrito en la enseñanza superior, tal vez ha llevado a descuidar la oralidad y a ser indiferentes a la necesidad de ejercitarla y refinarla.

 

De allí que con el proyecto La Oralidad en el Aula universitaria. Una propuesta didáctico discursiva, adelantada por el grupo interinstitucional Estudios del Lenguaje y la Educación, desde la Universidad Tecnológica de Pereira y desde la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, se propone rescatar la oralidad como una competencia fundamental que la universidad debe fomentar para el desarrollo de las habilidades lingüísticas y comunicativas para que el futuro profesional pueda construir su propio discurso. La comunicación oral es una condición básica de la vida laboral contemporánea: saber hablar, saber intervenir en una reunión, hacer una ponencia, preguntar de manera adecuada, debatir una idea, presentar un argumento, dar una entrevista de trabajo, exigen una preparación desde el contexto de la formación universitaria.

 

Hoy, cuando las tecnologías de la información y la comunicación invaden nuestra cotidianidad y a veces nos dejan sin el sonido de la palabra, se necesita rescatar la oralidad como forma primaria de memoria del pensamiento y de la civilización; ya Walter Ong en su clásica obra titulada Oralidad y Escritura (1982) explicó cómo con la primera tecnología de la palabra el ser humano fue capaz de reconstruir su historia y mantener la sociedad, el vínculo y la comunicación con sus congéneres. A esos retos apuntamos con el proyecto mencionado.

 

 

Mireya Cisneros Estupiñán

Facultad de Ciencias de la Educación - UTP