Por: Jose Felipe Herrera Styles
Activista por los animales
“Introducción al ismo del yo vegano”
¿Por qué usted pudo y otros no?
"Por suerte. Sea lo que sea, no me hice a mí mismo. Si en el momento en que uno nace las narices grandes son favorables, y uno viene con ellas, ¡de buenas! El valor que uno tiene es el problema de los demás, uno no se juzga, lo juzgan los demás".
Dr Rodolfo Llinás, entrevista al diario El Tiempo.
Identidad
He observado, ya por más de una década, el entorno y la sociedad en la que vivo. Sin ser el primero en hacerlo, siempre me he preguntado de dónde nace esa necesidad de 'ser alguien'; no me refiero al asunto profesional o consumista que mide el éxito por el poder adquisitivo y el número de títulos de formación que se acumulan en una pared, sino a esos detalles que los demás aplican a su lista de caracteres; mejor ser nadie. Es bastante molesto estar marcado por comportamientos generalizados, ahora me pregunto cuánto pueden deducir de mí, ya que escribo esta columna; ¿eso me hace columnista o escritor? No lo creo, a decir verdad escribo porque a los 5 años me obligaron a ir a la escuela, mi madre dice que yo no soportaba la algarabía de los otros niños (al parecer eso no ha cambiado) y que me tapaba los oídos negándome a hacer las actividades de clase en tanto “esos niños me dejaran concentrar”. A ella le tocaba ir a lidiar con mi pedantería. Han pasado muchos años, y me he dado cuenta de que aquellos con quien estudié me siguen a todas partes, quisiera tener párpados en los oídos para no escuchar tan dolorosas apreciaciones sobre la vida (y otros tantos temas). A diferencia de lo sucedido en la infancia, para incomodidad de los otros y la propia, ya no basta con llamar a mi madre a que solucione la actitud con la que afronto la cotidianidad, sobre todo entendiendo que ella se parece a esos otros, ahora me veo obligado a abrir la boca y contrdecir, a sumarme a la algarabía. Veo tan poca diferencia entre el policía, el vándalo, el ladrón, el político, el presidente, el expresidente, el machista, el feminista, por eso cité al doctor Llinás: "la gente tiende a exagerar esas diferencias", añade en otro fragmento de la entrevista el reconocido neurocientífico. De alguna manera yo intuía lo que él afirmó, pero no tengo el estudio que me respalde. Leí de un viejo escrito budista algo así: “no existen los amigos ni los enemigos, solo son circunstancias”, todos deberíamos ir a la cárcel, en conclusión... solo para ponerlo en perspectiva: tienes 40 años, estás solo en una habitación que va a explotar con un joven de 18 años inconsciente, llega un rescatista y te pregunta —¿vienes tú o viene ese asesino que está ahí, inconsciente? (Sé que la mayoría optaría por salvarse a sí mismos ¿Quién dejaría su lugar en la tierra por un asesino?) Más tarde preguntas al rescatista — ¿quién era el asesino? y el responde: —tu hijo, asesinó a tus secuestradores. Lo sé, soy un pésimo guionista de esos temas, y como material de contextualización habrá muchos mejores ejemplos, porque en este la pregunta del rescatista delimitó la apreciación moral diciendo “ese asesino” y, a pesar de ello, demuestra cómo las circunstancias nos hacen, si el rescatista hubiese mencionado el vínculo sanguíneo, muchos habrían de sacrificarse por él.
Ser parte de algo, algo importante que cambie el mundo, revolución... y en el camino dejar una estela de dolor y destrucción, definitivamente no, hay discursos religiosos y políticos que se aprovechan de la búsqueda de identidad de muchos para engancharlos a sus filas y, de a poco, incluso, colocar un arma en sus manos; pero más peligroso que el arma, son los cientos de sofismas en sus mentes, por eso hago aquí una pausa, para dejarle un espacio a la única esperanza del mundo: el amor (sugiero lea la entrevista). Las capacidades intelectuales del humano no bastan para evolucionar. He fracasado en la intención de ser nadie, he terminado como una quimera de negaciones, afirmando otra cantidad de cosas por defecto y, sin embargo, pueden asumir que soy nadie, así no hay un yo al cual lastimar, alejando la violencia de cualquier justificación egoísta o histérica, para que no se cohíban a la hora de negar, criticar e incluso atacar la (coloque el adjetivo de su gusto) con que escribo. A continuación, sin dejar de considerar lo circunstancial:
El ismo del yo vegano
¿Hasta dónde se puede llegar para considerarse un “yo”? En días anteriores, me senté a almorzar en un lugar público, se me había hecho costumbre pensar en el origen de esos alimentos, por todo eso de los transgénicos y químicos, recordé que hace muchos años solo me interesaba el sabor de lo que comía, el gusto; después apareció eso del aporte nutricional, una ola de datos sobre vitaminas, minerales y sobre todo proteína, con el pasar de los años el paradigma mutó y cobró importancia el proceso de obtención del alimento: quién, por qué y cómo, las consecuencias de su intervención; como niño primaba el sabor dulce, aquello que divertía, el colorido empaque que en muchas ocasiones además del comestible incluía un valor agregado, figuras de animados, stikers, entre otros. Como “deportista” el interés era la salud, supuesta salud, soliviantando ataques mediáticos de vanidad con estereotipos, afortunadamente la voz del niño inocente y la del “yo” pseudo-deportista fueron calladas. ¿Por quién?, aún no sé. Posiblemente porque es quien escribe. Con certeza podría afirmar que aquel, de tanto mirar el plato y pensar en el origen y las consecuencias de lo que ha comido decidió quitar lo que el pseudo-deportista le hizo creer era la principal y casi única fuente de proteína (carnes), la voz infantil persistió un poco más, por culpa de esas bolitas de colores y del calcio líquido (leche) con el que ablandaba las galletas de chocolate… demasiada publicidad, al fin. De mi demanda alimentaria retiré todo comestible de origen animal (huevo, leche, grasa, miel, derivados, etcétera). También vestimenta y ofertas de entretenimiento donde cosifican a los animales. Sin querer dar definiciones exactas o definitivas, a este sistema moral le llaman veganismo, donde se considera a los animales no humanos, seres con derechos. Este “yo” denominado vegano no es resultado de una búsqueda de identidad o grupo social, busca justicia, con amor y voluntad, sin pretender adoctrinamientos.
Ese soy yo, quítale eso que causa sufrimiento. No entiendo por qué llora, todos esos deseos insatisfechos ya no existen más, no puedo dejar de pensar en las lágrimas; ¿para qué me llevo las manos al rostro?, no puedo explicar la injusticia de este mundo, no voy a cambiarlo, nadie lo ha cambiado. Los ídolos modernos y antiguos deben ver desde la nada que todo fue vano, ellos no son, la gente los hizo héroes de sus propia frustración... ¡No!, debe haber alguno real, aunque el mundo sigue en caos. Necesito un héroe para mi frustración; tú, solo no me lleves a tu boca.