El  pasado 17 de mayo  un numeroso de  grupo de estudiantes   encapuchados , actuando según sus consignas, en contra del TLC con Estados Unidos, irrumpieron dentro del campus de la Universidad Tecnológica de Pereira haciendo estallar centenares de  explosivos, de los denominados papas bomba, causando incomodidad y temor a la comunidad universitaria.

Con un no disimulado afán de mostrarse organizados  se congregaron en la media torta de la Biblioteca Jorge Roa Martínez, desplegando en el piso cuatro banderas; dos del M19, una  del M.B  y una más del MUR, según la fotografía que circuló por los correo de la Universidad;  de acuerdo a los que  los miraron de cerca, habían tanto hombres como mujeres, distinguibles, a pesar de las capuchas.

Este tipo de manifestaciones o protestas son usuales en las universidades públicas, sin que sea posible evitarlas.  Son consecuencia  del conflicto que vive el país o de fuerzas  organizadas  que fomentan esta forma de actuación.

Si los hechos se hubieran quedado en desfilar encapuchados reventando papas bomba, pintando las paredes y gritando consignas, la situación no hubiera pasado a mayores; pero resulta  que estos  eventos  en la UTP siempre están acompañados del mismo libreto. La toma del área de la Facultad de Medicina y el bloqueo de la vía pública que divide el campus de la Universidad  entre la zona norte y la zona sur. El bloqueo se concreta  amontonando los pupitres en la vía pública.

Hasta  este punto la fuerza pública que se  había  mantenido  a prudente distancia  interviene para  desbloquear una vía que es vital para la parte oriental de  una importante zona rural de la ciudad.  La acción de desbloqueo es resistida  por parte de  quienes están envueltos en la protesta arrojando cuanto pueden hacia los uniformados, incluyendo naturalmente las  renombradas papas bomba.

A partir de este punto todo se vuelve caótico, ha comenzado la batalla.  Algunos encapuchados desde el patio central arrojan un artefacto explosivo a la rectoría que revienta el ventanal y dispara el marco contra el extremo opuesto dentro de la oficina de la secretaria de Rectoría, causando lesiones a una funcionaria que allí se encontraba

El final de todo siempre  es  el mismo; ingreso de la autoridad al Campus,  detención de estudiantes que son liberados por falta de pruebas,  quejas de los estudiantes de brutalidad policial y  pronunciamientos airados del comité  estudiantil de derechos humanos para Colombia y el Mundo.

Con todo respeto  pienso que este sainete debe terminar.  Los derechos humanos son algo muy sagrado que no debe manosearse con tanta ligereza.   Quienes participan de estos comités deben ser en lo posible ajenos al conflicto, no pueden oficiar de juez y parte a la vez. Los mismos dirigentes estudiantiles no pueden oscilar entre el  tropel y la causa humanitaria.

La defensa de los derechos humanos no puede perder su esencia, al convertirla  en una simple  forma más de lucha.

Por último,  me da  pena  contrariar a Marx; la violencia no es la partera de la historia, es la partera de la muerte, el dolor y  el camino  del odio.  Así tenemos que leerla en el nuevo siglo.

Luis Enrique Arango Jiménez